Paysandú, Lunes 07 de Octubre de 2013

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 06 Oct ¿El río Uruguay
comienza en Gualeguaychú - Fray Bentos?
Recientemente apareció en la prensa esta nota: “Las autoridades argentinas afirman que el río Uruguay está ‘al límite de la contaminación’, no solo por UPM sino también por fábricas brasileñas. Se indicó que UPM cumple con más de cuarenta parámetros pero ‘hay dos o tres’ sobre los que tienen dudas”.
Si bien no se dice nada del tramo compartido entre Argentina y Brasil, donde hay responsabilidades mutuas, es muy bueno que esta aseveración surja de fuentes argentinas, y que también lo tengan muy en cuenta las autoridades uruguayas.
Desde que dos empresas internacionales de producción de celulosa iniciaron sus gestiones para instalarse en la margen oriental a pocos kilómetros al norte y sur de la cabecera del puente Libertador General San Martín, se inició una profunda discusión con participación de las poblaciones ribereñas sobre los impactos ambientales y a su vez los organismos técnicos, en nuestro caso la Dinama --que hizo una impecable labor--, comenzaron a realizar estudios minuciosos para autorizar el funcionamiento dentro de los parámetros de protección ambiental que existen a nivel internacional.
Lamentablemente, las voces que se levantaron desde de Gualeguaychú (que lograron que una de las empresas se trasladara y se localizara sobre el río de la Plata, en Conchillas, y a su vez que su Gobierno llevara el tema a la Corte Internacional de La Haya), no se conformaron con el fallo, que por un lado observó a Uruguay por no haber cumplido con la totalidad de los procedimientos de consulta con la Argentina que estable el Estatuto del Río Uruguay, y que por otro fue muy contundente en que no había pruebas que sustentaran la hipótesis de contaminación que en algunos casos se había llevado a extremos ridículos desde la otra orilla.
En estos años los reclamos han proseguido con la peregrina idea de que la planta debe ser desmontada. Pero lo que es peor, si realmente fuera un verdadero movimiento que luchara por la defensa de la salud del río Uruguay, ¿es que no ven más allá del cascarón de Gualeguaychú? Como que si el río comenzara en esas latitudes, y no a más de más mil kilómetros al norte en territorio brasileño.
Estando en la CARU como delegado uruguayo, recibimos a un becario de una Universidad canadiense, que para su tesis hizo un pormenorizado estudio de las fuentes de contaminación que río tiene en territorio de Brasil, y luego en el trayecto compartido entre Brasil y Argentina. La conclusión fue que el 70% de los nutrientes de un fenómeno nuevo, como son las floraciones algales o verdín --visulamente comparable a que se extendiera yerba mate sobre el agua-- que aparece en tiempos de estiaje y que en algunos casos es perjudicial para la salud, entran al bajo río Uruguay a la altura del río Cuareim. Se trata de nitrógeno y fósforo que provienen de puntos de descarga de desechos industriales, por arrastre de restos de fertilizantes de plantaciones de soja y otros cultivos, criaderos de cerdos y evacuación de redes cloacales de las ciudades sin ningún tratamiento, entre otros.
En el tramo compartido entre Uruguay y Argentina, también las ciudades ribereñas descargan sus residuos domiciliarios, y residuos sólidos urbanos a cielo abierto sin plantas de depuración.
Si tenemos en cuenta la población de grandes ciudades que viven a la vera del río, como lo son Bella Unión - Montecaseros, Salto - Concordia, Paysandú – Colón - Concepción del Uruguay, Fray Bentos - Gualeguaychú, en cierta medida Mercedes y otras más al sur, estamos hablando de aproximadamente un millón de seres humanos o más.
Como se ha expresado en alguna oportunidad “el río goza de buena salud pero está un tanto engripado” y lo debemos cuidar. La preservación ambiental es una preocupación que hoy está latente en todo el planeta. En nuestro caso el tema exige una visión global e integral de toda la cuenca, cosa que no sucede. En la propia CARU, con un Estatuto elaborado en el año 1975, en base a otras filosofías muy diferentes a la nuestra actual, y por cierto muy limitado, existe un Plan de Protección Ambiental del Río Uruguay. Tiene más de 10 años, razón por la cual ya habría que revisarlo. Solo avanzó muy parcialmente, y en lo relativo al acordado monitoreo conjunto del río más allá del efluente de la planta y la desembocadura del río Gualeguaychú no hay información si se está realizando. Tampoco se conocen los resultados de las muestras tomadas en aquel punto a pesar de que se prometió divulgarlas online en pantallas ubicadas en espacios públicos.
Con Brasil al menos hasta hace unos años, ni siquiera se habían estrechado vínculos con Universidades u otros organismos de investigación.
Más de una vez nos hemos preguntado si CARU, que ya lleva más 30 años de existencia, no podría haber hecho un estudio y un diagnóstico de todos los puntos de descarga, en coordinación con OSE y Dinama, más los organismos similares del lado argentino.
Si a su vez no se podría concretar un plan binacional para mediante el uso de las nuevas tecnologías dejar al río saneado, al menos comenzando en este tramo.
Si ambos países fueron capaces de construir los enlaces físicos a través de los puentes y la represa de Salto Grande, y hoy finalmente se ha llegado al tan reclamado plan binacional de dragado desde Nueva Palmira a Paysandú --en una primera instancia--, bien podemos pensar que es un imperativo de la hora, ya sea con financiación propia o de organismos internacionales, como Fonplata, BID, etcétera, concretar estas nuevas obras de plantas de tratamiento físico y químico de los residuos que van al río.
En éste y en otros aspectos de la integración y el desarrollo regional, nos falta concebir al río como una cuenca y no como un cauce y que finalmente haya una institucionalidad rectora --que naturalmente debería ser la CARU, ampliando sus cometidos mediante la firma de cartas reversales--, para que no tengamos una cuenca a la deriva sin un plan de gestión.
Sin embargo la pantalla de Botnia --ahora UPM--, cada tanto reaparece viendo el árbol y no el bosque como se dice comúnmente. Se convierte entonces en un elemento paralizante, creando rispideces y confrontaciones, que no van en la dirección de las voluntades políticas que expresan los gobiernos, ni se corresponden con los esfuerzos que se hacen desde ambas cancillerías en recomponer y avanzar con nuevos criterios políticos - estratégicos en las relaciones transfronterizas de cooperación y amistad.
Compartimos esta frase de la intervención del Presidente Mujica en Buenos Aires: “Somos un país pequeño, tenemos que cuidar el río más que nadie y cuidar nuestra propia naturaleza y a su vez tenemos que vivir”.
Arquitecto Rubens Stagno Exdelegado de Uruguay ante CARU


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