Paysandú, Lunes 07 de Octubre de 2013
Opinion | 07 Oct La Asociación Uruguaya de Educación Católica (Audec), no tiene dudas que en 2014 volverá a aumentar la matrícula en sus colegios. En líneas generales, los privados calculan que han ganado unos 22.000 alumnos de la educación pública desde el año 2000 y los privados mantienen el 8% del total de estudiantes, superando la cifra de 60.000 alumnos a nivel nacional.
Incluso algunos centros educativos reconocen que ya cuentan con cupos completos, porque la demanda es creciente y los alumnos permanecen durante todo un ciclo lectivo.
Sin dudas que este resultado no es gratis y tarde o temprano se daría en el tiempo. El orgullo y ultradefensa de la vieja escuela vareliana queda en rezago ante los pases que aumentan y el sentido de pertenencia ya no es tanto, incluso cuando se argumenta que la mayoría de los docentes de esos centros educativos privados fueron formados en el ámbito público.
La imposibilidad de instalar un verdadero cambio en la educación que “como la luz del sol, puede y debe llegar a todos”, las sucesivas movilizaciones sindicales, la lucha por instalar temas en la agenda que padres o alumnos no visualizan como imprescindibles, salvo la necesidad de estudiar para continuar con una mejor capacitación, transforman la realidad y acaban por volverse unos contra otros.
Por eso cada día se observa con mayor frecuencia que cuando una familia mejora su ingreso salarial, lo primero que decide es cambiar a sus hijos de colegio. El otrora orgulloso sistema educativo uruguayo que se instalaba como referente en América Latina va perdiendo alumnos por innumerables razones que se agudizaron con el paso del tiempo, al menos desde 1996 hasta ahora.
La débil imagen que proyectan algunas autoridades educativas que han perdido el apoyo de los sindicatos y del Ejecutivo, sin tener siquiera una participación en las nuevas propuestas, devuelve una mirada pobre y lesionada del tema. Ya no se sabe quien toma las decisiones e incluso hay temor de adoptar medidas de cambio, no sea cosa que...
Por eso los resultados están a la vista. Además de aumentar la matrícula en los colegios privados, crece el descrédito, la desconfianza y la falta de respeto a una investidura como el guardapolvo blanco. Si antes era una referencia que igualaba a todos, ahora es motivo de comparación, pero hacia abajo.
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