Paysandú, Domingo 13 de Octubre de 2013
Opinion | 08 Oct La educación nacional, aún con serios problemas que se van acentuando con el paso de los años, no solo necesita renovación de programas, métodos y objetivos que impliquen ponerse al día con una realidad respecto a la que el sistema educativo está atrasado desde hace décadas, sino que para ello debería contarse con un diagnóstico sobre las carencias a corregir y establecer además los objetivos para encarar con decisión los desafíos y requerimientos del mundo moderno en capacitación y formación para las futuras generaciones.
En este contexto corresponde evaluar que, según indica El País, esta semana se conocerán los principales resultados del denominado Plan Promejora, método creado por el consejero del Codicen Daniel Corbo --representante de la oposición-- para mejorar la gestión de los centros educativos de Secundaria y UTU.
El Plan Promejora comenzó a funcionar en abril de 2012 en 17 centros educativos del país, y se trata de un proyecto impulsado desde el Codicen que fija metas a tres años, da mayor protagonismo al trabajo que se forja desde el propio instituto de enseñanza y busca medidas concretas para la problemática de cada lugar.
Así, la iniciativa otorga facultades a los equipos de dirección para adaptar los contenidos y tiempos pedagógicos según las necesidades de cada centro. La puesta en marcha de este plan no fue para nada simple ni libre de avatares, dado que enfrentó una dura oposición de los sindicatos de la enseñanza, al punto que el plan no pudo aplicarse en ningún liceo de la capital, desde que se llevaron a cabo movilizaciones y medidas de “contención” para impedir que se implementara, con evaluación posterior, con la intención de determinar posibles cambios para revertir la crítica situación de la enseñanza en Secundaria.
La idea igualmente prendió en algunos centros docentes del Interior, menos influidos por los dogmas ideológicos de los sindicatos capitalinos, y pese a los augurios negativos, el Promejora en principio ha arrojado buenos resultados en algunos de los centros que lo están aplicando, según dijeron directores y docentes de cinco centros secundarios del Interior, los que señalaron que han notado avances en los resultados académicos y se aprecia una notoria motivación de los docentes.
Los datos provenientes de los propios docentes han indicado que hay una evaluación positiva de un plan que apuntó a un objetivo mucho más ambicioso, pero que fue truncado por la resistencia de los gremios docentes.
No es la gran solución ni nada que se parezca, sino un plan piloto que puede servir de punto de apoyo para hacer algunas cosas en la enseñanza, como evaluar resultados de lo que se intenta innovar. Pero hasta ahora los intereses creados y sobre todo los esquemas ideológicos han hecho que estemos ante una inamovilidad e impotencia que indica que será muy difícil hacer algo más o menos significativo.
Lejos de trabajar decididamente por mejorar la enseñanza sin anteojeras ideológicas, estos gremios han buscado solo su conveniencia laboral y conquistar más poder en los órganos directrices de la enseñanza, a partir de una Ley de Educación que desde el vamos se ha mostrado absolutamente ineficaz, sin vivir los problemas de la educación y mucho menos hacer algo para cambiar la pisada en un área crítica y con una pesada mochila que implica décadas de sostenida degradación en su calidad.
El punto es que estamos en un esquema rígido, que resiste todo intento de cambio o siquiera de evaluación de lo que se hace, a partir de un statu quo que parte del orden docente, que entiende que no solo no debe quedar excluido de la renovación --lo que está muy bien-- sino que a su juicio no debe ni puede hacerse nada sin su participación, iniciativa o visto bueno.
Esta tesitura sesgada, a contramano de la enseñanza, de los estudiantes y del país, explica que sistemáticamente los gremios docentes pongan trabas a todo intento, por menor que sea, para cambiar las cosas, aunque más no sea para evaluar cómo responde el alumnado ante alguna nueva propuesta, para tener por lo menos un mínimo en que apoyarse para delinear reformas o medidas de mayor profundidad para intentar salir de este escenario de crisis.
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