Paysandú, Martes 22 de Octubre de 2013
Locales | 15 Oct El presente comentario ha de ser breve porque, en lo esencial, está destinado a explicar cuál es el motivo que ha dificultado que pueda ser realidad la rehabilitación de los servicios ferroviarios.
Todo lo que ha trascendido con relación a la más que necesaria, en realidad absolutamente indispensable, rehabilitación plena de los servicios ferroviarios, ha puesto en claro, en concepto del responsable de esta columna, que si bien se comparte por las autoridades tal necesidad, no se ha afrontado lo que al respecto es sustancial definir para el logro de tan importante resultado: por cuál vía deberá el Estado financiar el costo de la muy alta erogación que es necesario hacer para realizar plenamente tal estudio. Por ello se considera útil realizar breve revisión de algunas etapas vinculadas con dicha cuestión.
Se inicia tal revisión de etapas con una que tuvo muy desfavorables consecuencias, iniciada hace ya cerca de un siglo: la que, por considerarse que la empresa ferroviaria era una entidad imperialista, aplicó el criterio de construir carreteras paralelas a las vías férreas, para limitar las ganancias de los ferrocarriles por medio de la competencia que le haría el transporte carretero. Tal criterio, durante mucho tiempo, tuvo el efecto de trabar la posibilidad de una razonable coordinación de los transportes, y limitó los ingresos de la empresa ferroviaria, lo cual también se procuró a través del control de las tarifas para la prestación de sus servicios. Los ferrocarriles y demás bienes de los mismos fueron entregados al Estado como una de las consecuencias del acuerdo entre nuestro país e Inglaterra para la cancelación de la deuda en libras esterlinas que se formó durante la Segunda Guerra Mundial. Se creó entonces el ente AFE, “Administración de los Ferrocarriles del Estado”, que asumió la dirección y administración de los respectivos servicios. Cuando se aproximaba a su fin la sexta década del siglo precedente, hacia 1958, se dispuso, por el Directorio de AFE, contratar con la empresa francesa “Sofrerail” el estudio de las condiciones en que se desenvolvía la explotación de la empresa nacional, lo cual hizo en informe técnico que AFE divulgó, sintetizado, en diciembre de 1959.
Se trataba de un programa a desarrollarse en diez años en forma progresiva, que comprendía: I. Organización, Dirección, Administración, Contabilidad. II. Explotación. III. Volumen de tráfico actual, previsto y estructura tarifaria. IV. Entradas y gastos. V. Propiedades físicas. VI. Recomendaciones en cuanto a dirección, organización y administración. VII. Recomendaciones en cuanto a un programa de rehabilitación. VIII. Financiación de un programa de rehabilitación. Dicha propuesta no logró obtener la financiación necesaria para su plena aplicación.
Años más tarde, hacia aproximadamente 1964, AFE realizó un análisis de la situación de los ferrocarriles, en la cual señala que la falta de financiación impidió poner en marcha el plan Sofrerail, y explica también en general las deficiencias financieras que dificultaban el funcionamiento de la empresa. Se indica que continuaban los problemas del transporte en el Uruguay, que su trascendencia pesaba como ningún otro en la economía nacional, pero que hasta entonces solo se le había considerado “haciendo carreteras, dejando vegetar el ferrocarril así como también a la navegación y considerando relativamente a la aviación”, a lo que agregaba que el propósito del ente “quedará ampliamente cumplido si despertamos interés de modo de centrar la atención pública en el estudio del problema y sus soluciones que no deberán ser parciales en el sistema, sino que integrales”. “Cuanto más se demore tendrá un precio más alto por la acumulación mayor de pérdidas que engendre el estado actual y por el inexorable incremento de costos que el tiempo verifica”.
Tal realidad de entonces hoy se mantiene prácticamente inalterada, no obstante todas las públicas expresiones que se han emitido por integrantes del gobierno nacional, y del ente, relativas a su preocupación por los problemas ferroviarios, porque lo esencial que falta para poner en marcha las soluciones es que se defina, y afronte, la forma en que se hará su indispensable financiación, que debe estar a cargo necesariamente del erario, o sea del Estado, porque se entiende que ha quedado en claro que ninguna empresa estaría dispuesta a asumir entre sus tareas tal labor sobre la base de adelantar los fondos requeridos para la respectiva financiación. Vale decir: el Estado debe tomar a su cargo la erogación destinada al pago de las respectivas tareas a ser efectuadas.
Se limita a lo expuesto el presente comentario por ser lo esencial que en el mismo se desea hoy expresar. Por motivos de espacio se analizarán próximamente conceptos que se entiende útil comentar de los precitados documentos que, respectivamente, recogen el estudio de Sofrerail y el del Directorio de AFE.
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