Paysandú, Martes 22 de Octubre de 2013
Opinion | 16 Oct Con la inauguración de la semipeatonal de 18 de Julio (el 21 de diciembre del año pasado) se puso en rigor la prohibición de instalar puestos de venta callejeros en su tramo, lo que por años había dado un aspecto descuidado a la principal arteria, al tiempo que estos vendedores competían con los comercios establecidos sin --muchas veces-- estar inscriptos en los organismos de contralor del Estado.
La aplicación de la normativa vigente y el traslado de los vendedores ambulantes a la zona de la Terminal de Ómnibus, ciertamente contribuyó al mejoramiento del espacio céntrico, como era uno de los objetivos de la semipeatonal.
La intendencia había definido un año antes, en el decreto 6410/2011, “Ordenanza de ocupación del espacio público” el uso –precisamente-- de la vía pública, determinando habilitaciones y prohibiciones. Entre ellas, con buen tino, la instalación de puestos de venta callejeros, excepto en instancias excepcionales como las ventas de fin de año.
El mismo decreto definió la instalación de cartelería publicitaria en la calle, que en el caso de 18 de Julio la habilita si cuenta con iluminación artificial. Lo hace con una redacción que parte de prohibir “en toda su extensión por letreros salientes de la línea de edificación que no tengan iluminación”.
El tema reapareció en estos días cuando se instaló el primer letrero publicitario de esas características, que de inmediato ha dividido opiniones. El empresario que hizo colocarlo está ajustado a derecho, porque cumple con la reglamentación vigente, si bien la redacción de la misma es un tanto confusa.
Por otra parte, es cierto también que ocupa un espacio público en un lugar donde este no abunda, porque el paseo en que se ha convertido 18 de Julio ha quedado por la mitad en la medida que no es un espacio netamente peatonal, sino que se mantiene el tránsito y estacionamiento vehicular.
Esta es pues una de esas cuestiones donde lo que está bien se da de bruces con el interés general. Y no se trata de ir contra un comercio en particular ni contra un letrero publicitario y mucho menos su contenido. Porque todo se ha hecho en acuerdo al decreto 6410/2011, el que tiene como objetivo ordenar varios aspectos de la convivencia ciudadana.
Lo que ocurre es que si, también asistidos por derecho, otros comercios hacen lo mismo, 18 de Julio se convertirá en una semipeatonal difícil de caminar, cuando el objetivo es precisamente el contrario.
Esto que parece (probablemente lo sea) algo menor, puede al menos llamar a la reflexión de los arquitectos paisajistas de la ciudad y de las autoridades del Ejecutivo Departamental, para volver a considerar si 18 de Julio puede finalmente convertirse en una peatonal en toda regla. La cuestión entre peatones y vehículos sigue vigente. Como las mejores publicidades.
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