Paysandú, Martes 22 de Octubre de 2013
Opinion | 19 Oct De acuerdo a lo anunciado en las últimas horas por el ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, Uruguay ya superó el 40 por ciento de energías renovables en su matriz energética, y recordó que desde la aprobación de la política energética en 2008 la mayor demanda energética deriva hoy del sector industrial, lo que entiende es prueba de su crecimiento en el último período.
El secretario de Estado puntualizó que nuestro país comenzó a trabajar en la transformación de la matriz energética desde 2005, debido a la convicción de que el modelo vigente no es sustentable y de que nuestro país, aún siendo pequeño, puede contribuir en su modificación.
La visión optimista del ministro fue expuesta en el Tercer Foro Nacional de Ciudades Sustentables, y en la oportunidad Kreimerman hizo hincapié en que en 2008 se formuló la política energética que fue ratificada por los cuatro partidos políticos con representación parlamentaria en 2010.
Explicó asimismo que esta política incluye la modificación de la normativa e inversiones de empresas públicas y privadas que alcanzan los 7.000 millones de dólares, “con el objetivo de dotar a la matriz energética de una mayor diversificación, más energías limpias, mayor soberanía y eficiencia y menor variabilidad”.
Entre los logros destacados por el jerarca figuran el mapa eólico y el solar, el fortalecimiento de la Unidad Reguladora de los Servicios en Comunicaciones (Ursec) y más beneficios fiscales para los emprendimientos. Mencionó la importancia de la próxima incorporación de la regasificadora en Montevideo y con las miras puestas en alcanzar el 50 por ciento de las energías renovables en la matriz energética en 2016, y aclaró que actualmente se supera el 40 por ciento.
Pero al mismo tiempo que el secretario de Estado exponía este escenario promisorio para el Uruguay, sobre todo si lo comparamos con la realidad que teníamos hasta hace pocos años, a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se daba a conocer un informe elaborado por el Fondo Multilateral de Inversiones que indica que los consumidores minoristas de Uruguay pagan la tarifa eléctrica más cara de América del Sur y la cuarta más elevada entre 28 países relevados en la región y el Caribe.
Según el estudio, el promedio es de 0,28 dólares por kilovatio-hora, pero la cosa no es mucho mejor para los consumidores mayoristas, que pagan el segundo precio más elevado de la región, a un promedio de 208 dólares por megavatio.
Es decir que a la vez de avanzarse auspiciosamente hacia el recambio de la matriz energética hacia energías renovables, la tarifa eléctrica onerosa implica un encarecimiento del costo país para los sectores que producen bienes y servicios, afectando fundamentalmente la competitividad para quienes exportan o compiten con productos de importación, y a la vez encarece el costo de vida para la economía doméstica.
Lo positivo es que pese a esta ecuación que complica la economía por el alto costo energético, Uruguay avanza con buen paso hacia la independencia energética, al punto que el informe del BID da cuenta de que “Uruguay se convirtió en un mercado dinámico en el sector de la energía eólica”.
Debe tenerse presente en este contexto que según lo manifestado por el director nacional de Energía, Dr. Ramón Méndez, con la producción de energía eólica prevista para 2015 en algunos momentos del día toda la demanda de electricidad que requerirá el país será suministrada a través de esta fuente de energía.
Actualmente la matriz energética uruguaya se compone principalmente de energía no renovable, con el petróleo participando en un 48,2 por ciento del total producido, pero el país está apostando fuertemente a las generación en base a fuentes autóctonas y dentro de ellas, la que se lleva las preferencias hasta ahora es la eólica.
Actualmente la potencia eólica instalada en el país es de 43,3 megavatios, pero se espera que para 2015 esta cifra se sitúe en el entorno de los 1.150 megavatios, de acuerdo a los emprendimientos energéticos de este tipo que ya están en desarrollo y con ellos se espera superar los mil megavatios en dos años.
A juicio de los operadores del sector, Uruguay está atravesando la mayor reestructura de toda su historia en el campo eléctrico, lo que resulta fundamental para quien apueste al crecimiento con desarrollo, en un marco de energías limpias. Ahora lo que falta es que esa energía sea más barata para el consumidor, no solo porque es un componente fundamental en los hogares, sino también porque este costo determina en buena medida la competitividad de nuestras industrias en la región y el mundo.
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