Opinion | 21 Oct La organización que impulsa Raúl Sendic dentro del Frente Amplio, Propuesta Uruguay 2030, presentó en abril pasado un pormenorizado relevamiento que viene a sumar con datos oficiales, a otros estudios presentados por fundaciones dentro de los partidos tradicionales o investigaciones estrictamente académicas.
Sin embargo, en algo coinciden: el bajo nivel de egreso de Secundaria, concentrado principalmente en los núcleos más pobres de la población.
El sociólogo Fernando Filgueira reveló que el 37,5% de los jóvenes terminó tercer año de liceo y apenas 8% finalizó el Bachillerato. Estos datos difieren si los comparan con los jóvenes cuyas familias tiene un mejor poder adquisitivo, donde más del 90% termina el ciclo básico y más del 70%, el Bachillerato. En términos globales, el 39% de los jóvenes aprueba la Secundaria.
Por otro lado, el último informe del Mercado Inmobiliario de la Agencia Nacional de Vivienda señala que el 89% de los jóvenes uruguayos no cumple con los requisitos necesarios para solicitar un crédito hipotecario. De hecho, aquellos que están habilitados –poco más de 61 mil jóvenes-- deben contar con ahorro previo del BHU.
En cifras generales, según el informe, solo el 5% de los jóvenes de entre 18 y 24 años accede a un préstamo y el 20% de quienes cuentan entre 24 y 29. Otro dato se reitera: en cualquier rango de edad, la mujer sigue contando con menores posibilidades de acceder al crédito.
En Uruguay, el 65% de los jóvenes no está independizado y al menos en el horizonte cercano no tendrá mayores posibilidades de hacerlo.
Mientras tanto, el gobierno anunció la creación de un plan de ahorro joven donde el Estado pondrá un 30% del total, con el objetivo de llegar a unos 50.000 beneficiarios.
Estos jóvenes deberán tener una “conducta asidua” durante 6 años, para acceder a la vivienda propia. Paralelamente, el equipo económico presentó una serie de estímulos fiscales para el sector privado, orientado a la construcción de núcleos habitacionales de interés social.
La educación y la vivienda parecen dos temas diferentes si se los presenta por separado; sin embargo al hablar de esta población objetivo se deberá atar uno con otro.
Para mejorar su calidad de vida, un joven deberá acceder a un empleo calificado que requiere otro nivel educativo y sin embargo, si volvemos a mirar los números más arriba, nos delata la escasa preparación con la que los jóvenes salen hoy al mercado laboral. Por ende, ganarán menores salarios.
Debemos recordar que hay miles de uruguayos que perciben ingresos por debajo de $14.000, y según el último Análisis de Coyuntura del Instituto Cuesta Duarte, en Paysandú uno de cada tres trabajadores lo hace en la informalidad, cuando la media nacional es uno de cada cuatro.
Y si se pretende llegar a 50.000 en todo el país, entonces habrá una mayoría que quedará por el camino y tal como sucede actualmente, o seguirán construyendo en el predio de la casa familiar o continuarán engrosando asentamientos. Y eso no se llama equidad.