Paysandú, Domingo 27 de Octubre de 2013

La brecha en oportunidades para la educación

Opinion | 23 Oct La problemática de la educación en el Uruguay no es un tema menor, y pese a que se han escrito ríos de tinta sobre el particular, y hay enfoques coincidentes en la materia, todavía se está lejos de encarar un abordaje serio y efectivo para corregir por lo menos los entuertos más significativos del sistema, que no son pocos, lamentablemente, y que tienen vasos comunicantes entre sí, pero a la vez es imposible afrontarlos si no se choca con intereses corporativos en juego, que son precisamente los de los gremios docentes.
También hay concepciones que aparecen como muy válidas en la teoría, pero que se han traducido en una realidad en la que se segrega a los estudiantes de menores ingresos y del Interior, cuando se trata del ingreso a la Universidad, y por lo demás, no solo se centraliza la enseñanza terciaria, sino que se promueve la generación de oportunidades laborales en la capital, que hacen que el Interior se vea privado de muchos de los profesionales que debería tener en una diversidad de áreas y que provienen de familias oriundas que encuentran mejor escenario laboral fuera de su lugar de rigen.
Estamos por un lado ante una discriminación que afecta al Interior, y por otro, y ya en un panorama integral, una pérdida de calidad, creciente deserción y desfasaje respecto al campo laboral, que nos ubica ante un desafío enorme, que debe ser encarado paso a paso y diferenciando objetivos. Pero que necesita respuestas inmediatas a partir de un diagnóstico sobre el que tampoco hay acuerdo, por cuanto primero, tenemos a los gremios docentes pretendiendo no solo opinar sino sobre todo gobernar la enseñanza, a partir de sus propios intereses, naturalmente, y por otro autoridades y gobierno nacional que se muestran temerosos de hacer lo que se debe hacer, para no chocar con los gremios, a los que se dio poder por encima de toda lógica a través de la Ley de Educación aprobada durante el gobierno de Tabaré Vázquez.
Y hay realidades indiscutibles, que naturalmente, se pretende disfrazar a través de una visión ideológica de las cosas, confundiendo causas y efectos y reivindicando eslóganes que han sido desmentidos terminantemente por la realidad y que se pone de relieve precisamente con la enseñanza que tenemos.
Llegamos así a que de acuerdo al informe “Transformación de la educación media en perspectiva comparada”, elaborado por los especialistas Gustavo de Armas y Adriana Aristimuño, la tasa de repetición del sistema educativo uruguayo supera incluso a la que se registra en los países del África Subsahariana y triplica la del resto de países de América Latina, lo que no es poco decir en un contexto en el que nuestro país hasta no hace muchos años se enorgullecía de su sistema educativo, su proyección en la cultura nacional y en la formación de las sucesivas generaciones.
Uruguay tiene la séptima tasa de repetición en educación media más alta del mundo entre ciento cincuenta países, con un 19 por ciento de estudiantes que tienen que volver a cursar el mismo año, aun cuando las exigencias son por decir lo menos, muy bajas en la actualidad, precisamente porque se ha pretendido reducir la repetición a través de una reducción en las exigencias para los estudiantes.
Debemos tener presente que la repetición se nutre del fracaso en la asimilación de conocimientos y aprendizaje en cualquier etapa de la enseñanza, y no puede soslayarse esta verdad con rebuscados razonamientos respecto a la incidencia de factores para que se dé este escenario, que debería preocupar y ocupar a las autoridades de la enseñanza, antes de salir a buscar excusas o respuestas que solo atienden los efectos y no las causas del problema.
Recientemente el rector de la Universidad ORT, Jorge Grunberg, según da cuenta el semanario Búsqueda, alertó que la gente va a comenzar a descreer en la democracia como una oportunidad de salir adelante, si el sistema educativo uruguayo mantiene los problemas de repetición y cobertura de la población con menores ingresos.
Subrayó además que la brecha en el acceso a la educación universitaria entre las personas más pobres y las más ricas “es astronómicamente grande y además ha crecido” en los últimos años, y puso como ejemplo que en Uruguay el porcentaje del quintil de mayores ingresos que entra a la Universidad es similar a la promedio de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), mientras que el porcentaje del quintil de menores ingresos está por debajo de muchos países africanos.
En suma, la Universidad gratuita tal como la tenemos en el Uruguay, es un factor que no combate la discriminación, por cuanto estudian sin costo jóvenes de familias que pueden pagar la educación y contribuir con el pago de matrícula a sostener el funcionamiento de la Universidad, en tanto por razones económicas decenas de miles de jóvenes provenientes de familias de menores ingresos, la mayoría de ellos del Interior, no tienen como costear los estudios gratuitos en teoría de nuestro sistema educativo, que sigue expulsando a potenciales alumnos del sistema, a partir de secundaria, además.
Y si estos no son problemas graves a los que hay que atacar cuanto antes, en lugar de seguir discutiendo quien tiene el poder en nuestros organismos de la enseñanza, poco y nada podremos esperar de nuevo y mejor a través de nuestro sistema educativo, que sigue en persistente deterioro.


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