Paysandú, Lunes 28 de Octubre de 2013
Opinion | 27 Oct Las obras en el teatro Florencio Sánchez continúan, sin contarse aún con el total del presupuesto necesario, lo que incluso lleva a que se manejen alternativas de dividir la obra en etapas. De acuerdo a lo último que se ha discutido entre el grupo técnico del ejecutivo municipal, el intendente y la fundación en formación de amigos, una vez culminada la etapa de yesería interna (un trabajo muy especializado) y readecuada la instalación eléctrica, el coliseo sanducero reabrirá sus puertas.
Resulta legítimo que la actual Administración quiera reabrir el teatro antes de terminar su gestión, en la medida que sería una demostración de trabajo cumplido, aún cuando el Estado central no ha participado en la recuperación de este bien cultural nacional como lo ha hecho (y bien hecho está) en otros emprendimientos, incluso en el area privada, caso de la institución El Galpón.
Por el contrario, Paysandú quedó prácticamente librado a su suerte y sin un decidido apoyo desde el Poder Ejecutivo que no incluyó en la última Rendición de Cuentas aporte alguno. Y lo de decidido no significa en realidad una enorme cantidad de dinero, sino no más de dos millones de dólares para no solamente recuperar el teatro, sino convertirlo en una sala siglo XXI.
Pero, hay que reconocer, también quienes trabajan en la recuperación del teatro pecaron de la falta de un proyecto realmente ambicioso y terminado en tiempo y forma. Como no había dinero, se fue consiguiendo -especialmente la propia Intendencia- las partidas para trabajos puntuales, muy necesarios, pero que no estaban englobados en un proyecto completo. Ahora sí, eso ha ocurrido.
No obstante, el mismo en general se refiere solamente a la parte edilicia. Claramente primordial, pero no la única. Con la fundación -especialmente- hay que establecer un proyecto tecnológico, que permita luces frías (con leds por ejemplo), consolas modernas de iluminacion y sonido, “pantallas-telones” de gran superficie, máquinas de efectos (lluvia, viento, nieve, humo, etc.), maquinaria, y todo lo que hoy constituye el detrás de escena de un teatro.
Junto a ello, y no menos importante, capacitación del personal que será destinado a las tareas detrás del telón. Y la búsqueda de quien pueda gestionar el teatro. Estas son tareas que, seguramente, quedan ocultas por la necesidad de recuperar el edificio y reabrirlo. Pero no puede dejarse a un costado la oportunidad única de tener un teatro con los adelantos tecnológicos del siglo XXI. No hacerlo sería una puesta en escena fallida.
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