Paysandú, Martes 29 de Octubre de 2013
Locales | 22 Oct En la anterior columna sobre los ferrocarriles nacionales, en la cual se expresó que aún no se había definido la forma en que se debía financiar por parte del Estado el respectivo estudio acerca del futuro de tan importante sistema de transportes, y su indispensable coordinación con el carretero, se aludió a dos excelentes documentos: el estudio de la empresa francesa Sofrerail, de 1959, que no logró la indispensable financiación para ser aplicado, y el que realizó AFE hacia 1964. Hoy se entiende que es ilustrativo por lo menos insertar algunos conceptos extraídos de tales documentos.
En el plan Sofrerail se recomendaba la promoción de una “verdadera Coordinación de Transportes en Uruguay por lo que se refiere a los transportes ferroviarios y de carretera”, pues “no existe en la hora actual una política de transportes en el Uruguay”; señalaba las vías que debían ser suprimidas, unos 624 kilómetros, y lo que era necesario relativamente al material rodante.
Y entre los muchos aspectos a ser reformados, indicados en la anterior columna, se aludía a los siguientes: limitar la actividad del directorio de AFE a la elaboración de la política general de la empresa y de los programas a largo plazo, a la definición de la política financiera y de tarifas y al control general de la realización del servicio, asegurada integralmente y bajo su responsabilidad personal por el Gerente General, mediante una amplia delegación de medidas y poderes, a lo cual se agrega que se debe dar a dicho Gerente General todas las prerrogativas y responsabilidades de un Director General de una empresa industrial y comercial. También se expresa que es necesario realizar un programa decenal de renovación.
Es obviamente imposible aludir en este comentario a todo lo que dicho estudio contiene; pero sí se considera ilustrativo exponer lo sustancial de lo que se indica sobre las atribuciones del Directorio, que debe acercarse a un Consejo de Administración de una sociedad industrial y comercial.
Sobre tal base se recomienda que el Directorio limite su actividad a la política general de AFE y de los programas a largo término, a la definición de la política financiera y de tarifas, y al control general de la ejecución del servicio, asegurada integralmente y bajo la responsabilidad personal del Gerente General, dentro del marco de la amplia delegación de poderes prevista en el Reglamento General. Se agrega: que sólo una organización así encarada hace posible un reparto racional de labores; que la ejecución del servicio es un trabajo de técnicos que debe ser hecho por un técnico, dentro de la línea general que le ha sido trazada por su Consejo de Administración, que es quien le nombra y revoca; que el Directorio no debe ocuparse de cuestiones de detalle, ni de la gestión del personal (ascensos, sanciones, etcétera) a no ser en casos excepcionales en los que el Gerente General se separase de las prescripciones reglamentarias. Tal revisión de funciones del Directorio no puede sino reforzar su prestigio y autoridad, tanto en el interior de AFE como en el exterior.
Se dice también en dicho documento que la ausencia en el seno del Directorio de personalidades competentes en materia de transportes, o representativas de los usuarios, es en gran parte responsable --y así ya lo ha subrayado-- de la falta de acción comercial y de política a largo plazo en materia técnica, pues los asesores del Directorio sólo llenan de manera muy parcial esta laguna. Por ello se recomendó, en el documento que muy parcialmente se glosa, la creación de una Comisión Consultiva de AFE, pues daría una base sólida y permanente a la acción comercial de AFE, y rompería el aislamiento de AFE. Por ello la misión insistió para que tal sugestión se tomara rápidamente en consideración.
Como ya se expresó en la anterior columna relativa de los ferrocarriles nacionales, tan amplio estudio no logró que sus propuestas pudieran ser aplicadas por falta de financiación, lo cual fue ciertamente muy lamentable, como se entiende que emerge con la precisión debida de lo que parcialmente se ha expuesto.
Muy claramente resulta del análisis que hizo el Directorio de AFE, del cual, en lo sustancial, queda claro que los problemas ferroviarios no fueron debidamente atendidos por las autoridades de los gobiernos nacionales respectivos, situación que hasta ahora, inexplicablemente, se ha mantenido.
Por tanto, en circunstancias en que, a estar a lo que ha trascendido últimamente, vuelve al primer plano la preocupación por la rehabilitación de los ferrocarriles, se considera pertinente formular un llamado a todos los partidos políticos nacionales para que contribuyan a lograr, en forma conjunta, fórmulas aptas para que tal rehabilitación comience a recorrer la senda que la transforme en realidad.
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