Paysandú, Miércoles 30 de Octubre de 2013
Opinion | 29 Oct En un país en el que la estadística indica que hay más teléfonos celulares que personas, los teléfonos públicos históricamente existentes en plazas, terminales de ómnibus, zonas céntricas, servicios de salud y centros comerciales entre otros lugares, parecen ser cosa del pasado. Y si no, haga memoria: ¿cuánto hace que no ve a alguien hablando en un teléfono público en alguno de estos lugares? Por lo contrario, lo más común de ver en todas partes son personas utilizando la telefonía móvil tanto sea para hablar, como usando aplicaciones de Internet en los llamados “teléfonos inteligentes”, en los cuales se pueden hacer varias cosas, desde chequear el correo electrónico a escuchar radio, mirar películas o jugar.
De acuerdo a los datos de la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicación (Ursec), a diciembre del año pasado había 4,9 millones de teléfonos celulares en el país, mientras que los teléfonos públicos van perdiendo terreno: entre 2005 y 2012 desaparecieron un total de 6.642 cabinas públicas.
En Uruguay actualmente existen 8.846 teléfonos públicos tarjeteros, mientras que en 2005 la cifra era casi el doble, alcanzando los 15.488. De 2011 a 2012 se retiraron más de 2.300 teléfonos tarjeteros y la totalidad de los teléfonos monederos, según informó Antel.
En este sentido, la presidenta de dicho ente, Carolina Crosse, dijo en una entrevista publicada en El País que “hay como una leyenda de la función social que cumplen los teléfonos públicos. Por eso hicimos un análisis para determinar cuáles eran aquellos con tráfico cero, es decir, que no tenían prácticamente uso. Y vimos que eran muchísimos”.
No obstante, aclaró que en algunos puntos específicos donde el tráfico era escaso se mantuvieron, como es el caso de la localidad de Piedra Sola, en el límite entre Tacuarembó y Paysandú, donde hay 200 habitantes según el último censo.
Los teléfonos públicos han sido, históricamente objeto de vandalismo, lo que años atrás afectaba en forma importante la función social a la cual hace referencia la presidenta de Antel. En la actualidad no tiene razón de ser la existencia de las cabinas que nadie usa. Por eso, fue una decisión adecuada la de Antel en sacarlas pero también en realizar el cruzamiento de datos necesarios para ver cuáles iban a ser retiradas, preservando las que tienen cierto uso, especialmente en los centros poblados del interior del interior de los departamentos.
Aunque tengan pocos usuarios, hay algunos miles de teléfonos tarjeteros que siguen siendo útiles y su retiro indiscriminado hubiera sido perjudicial para quienes aún los continúan utilizando. En definitiva, ha sido una decisión racional que contempla los diferentes intereses y el uso de una herramienta tecnológica que parece --cada vez más-- destinada a desaparecer a corto plazo.
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