Paysandú, Jueves 31 de Octubre de 2013
Opinion | 30 Oct Aunque todavía en pequeños volúmenes, se está consolidando la exportación de aceite de oliva producido en nuestro país, lo que asoma como un rubro de buen potencial que recién comienza a ser explotado comercialmente, aunque no hayan llegado por ahora inversiones de gran envergadura pese a su promisorio horizonte.
La producción de aceite de oliva implica un valor diferencial en calidad que hasta ahora ha sido una apuesta diferente con relación a los grandes emprendimientos agrícolas y agroindustrias, aunque Uruguay que tiene suelos aptos y un clima que se adapta a las necesidades de esta producción.
Pese al costo país que afecta sensiblemente a todos los sectores productivos, el sector actualmente presenta atractivos en rentabilidad ante la mejora en la ecuación costo-beneficio, debido a una alta demanda del producto por sus propiedades beneficiosas para la salud y la prevención de enfermedades cardiovasculares fundamentalmente.
Actualmente hay unas 10.000 hectáreas de olivos en el Uruguay, con lo que alcanza para abastecer parte de la demanda local y para proyectarse a plazas competitivas, como la brasileña y la norteamericana. El incremento de la superficie cultivada ha sido muy significativo, al pasarse de solo unas 500 en 2002 a 8.500 en 2011 y a las 10.000 actuales, con la perspectiva de una superficie creciente de unas mil hectáreas por año, según las proyecciones formuladas en base al interés de inversores de incursionar en este sector.
De acuerdo al informe que publica el suplemento Café y Negocios, del diario El Observador, la próxima cosecha, que se dará en 2014, estará llegando al millón de litros de aceite de oliva extra virgen, con un incremento del 25 por ciento respecto a la del año anterior y será la máxima de la historia en el Uruguay.
En estos años ha aumentado progresivamente el número de productores agropecuarios y empresarios que perciben en las plantaciones de olivos y el proceso de elaboración de aceite un área a la que apostar en nuestro medio, aún cuando no existe cultura de explotación en la materia salvo experiencias de inmigrantes, sobre todo italianos, que en su momento trasladaron la experiencia de su país en estos cultivos, que se da muy bien en tierras del Mediterráneo.
Desde 2004 funciona la Asociación Olivícola Uruguaya (Asolur), que cuenta con más de un centenar de socios, nucleados en torno a 18 plantas elaboradoras del aceite, pero más de un productor se agrupa en una planta para aprovechar la infraestructura y reducir costos de producción, naturalmente, en tanto se prevé la construcción de nuevas almazaras, como se denomina a las extractoras de aceite, a medida que crezca la superficie cultivada.
Debe tenerse presente que las almazaras necesitan instalarse en las zonas donde hay plantaciones, ya que el aceite debe ser extraído dentro de las 24 horas de recogida la fruta, lo que es un elemento fundamental a la hora de elegir los mejores lugares para mejorar la competitividad de los emprendimientos.
Hasta ahora los mayores emprendimientos están situados en el sur del país, y el 95 por ciento de las plantaciones está orientado a producir aceite y no aceituna de mesa, respondiendo así a la demanda de los mercados. Por hora Uruguay es importador de aceite de oliva, pese a que está en muy buenas condiciones de producirlo, y en el próximo año podría llegar al autoabastecimiento.
La buena cotización en el mercado internacional de la tonelada de aceite de oliva da la pauta de las perspectivas que ofrece esta producción una vez se mejore la logística y la infraestructura de complementación entre el cultivo y la industria. Desde el punto de vista de las aptitudes de suelos, los olivos pueden implantarse sin problemas en suelo de aptitud forestal, ante su permeabilidad, y además el clima de nuestro país también es apto para el desarrollo de estas especies aceiteras, donde los niveles de lluvia superan los de las tierras del Mediterráneo y por lo tanto no se necesitaría sistemas de riego.
Incluso en el caso de Paysandú hay emprendimientos en marcha, y a todas luces estamos ante un rubro productivo muy promisorio, que ofrece buena rentabilidad pero que a la vez requiere de créditos especiales para quienes se vuelquen a esta explotación, porque deben aguardarse algunos años para que las plantas ingresen en producción y comience el retorno de la inversión.
Pero en todos los casos, si se logra el necesario balance en cuanto a los plazos de financiación para quienes inviertan en el sector, es de esperar que este renglón logre en los próximos años una expansión considerable, no solo para sustituir volúmenes de importación sino también para acceder con buenos márgenes a los mercados internacionales.
EDICIONES ANTERIORES
A partir del 01/07/2008
Oct / 2013
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Sa
Do
12
12
12
12
Diario El Telégrafo
18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com