Paysandú, Sábado 02 de Noviembre de 2013
Opinion | 28 Oct La adjudicación de la televisión digital y el perdón de una supuesta deuda de Francisco Casal con la DGI, mantiene preocupados a varios sectores frenteamplistas que no han manifestado su opinión hacia afuera, salvo el Nuevo Espacio que analizó con inquietud la desprolijidad de Mujica en “asuntos que están tocando muchas fibras sensibles”, según el diputado del sector, Horacio Yanes.
Incluso fue más allá, reconociendo que ambas decisiones “chocan con la cultura de izquierda”. Y suponemos que la “cultura de izquierda” tiene estricta relación con transparencia y rechazo a los acomodos políticos, que el Frente Amplio denunció de manera sistemática cuando era oposición y planteó en sus campañas electorales como un mal endémico para la República.
Pero, solo a manera de recordatorio, plantearemos otras desprolijidades que –en este caso-- tienen que ver con el manejo de nombres y personas. Sin dudas, un aspecto que también “choca con la cultura de izquierda”.
El ex presidente de AFE Jorge Setelich se enteró por la prensa que su renuncia sería aceptada, luego de una consulta telefónica con el ministro de Transporte, Enrique Pintado, que tampoco lo sabía. Antes, --a mediados de marzo de 2012-- Alejandro Orellano y Juan Silveira (exdirigente de la Unión Ferroviaria), habían renunciado por desgastes en la relación con el sindicato y porque el ferrocarril era un asunto “prioritario” para el gobierno.
El nombre del director general de Secundaria, Juan Pedro Tinetto, se ha manejado en reiteradas ocasiones para su relevo. El jerarca viajó al exterior en medio de huelgas en la educación y con liceos ocupados, pero volvió, pidió disculpas y continúa. También en la prensa se había filtrado el nombre de la exministra de Desarrollo Social, Ana Vignoli, para abandonar su cargo al año de hacer asumido. Un tiempo después, el presidente anunció la salida de Vignoli al finalizar un gabinete y ante la sorpresa de los ministros.
A Alejandro Antonelli, el actual subsecretario del Ministerio de Economía, no lo conocía, sin embargo, su elección inconsulta provocó el malestar del Partido Socialista, al que pertenece Antonelli y el Frente Líber Seregni, al que responde el ministro Lorenzo.
Otro día en una entrevista con la prensa, Mujica rechazó cualquier cambio en el gabinete de ministros y al día siguiente, citó a Lescano para infomarle sobre su remoción, bajo la premisa que “hay que aprender a cambiar cuando las cosas andan bien”. La situación generada con la exministra de Vivienda, Graciela Muslera es de antología. Luego de soportar que su nombre estuviera en danza para una posible remoción, debido a filtraciones a la prensa desde la interna del gobierno de Mujica, finalmente presentó su renuncia en medio de llantos y de un pedido de perdón del exsecretario de la Presidencia, Alberto Breccia, porque “la dejamos sola”.
O el “poeta de la medicina”, el expresidente del directorio de ASSE, Mario Córdoba, sobre quien dispuso su relevo luego de que el médico manifestara posiciones afines a los reclamos de los trabajadores nucleados en la Federación de Funcionarios de Salud Pública.
Sin olvidarnos del proceso de Pluna, luego que el presidente del BROU, Fernando Calloia, el ministro Lorenzo y otros jerarcas se reunieran con el empresario argentino Juan Carlos López Mena y Hernán Calvo Sánchez, nombre del que pocos se acuerdan, para que “alguien” se haga cargo de U$S 137 millones por la compra de los aviones en la subasta.
Como dijo el presidente: “hay que optar por el camino de la verdad, con honradez intelectual”. Entonces, fue, le sacó el canal que había dado a Pop TV y se lo dio a Consorcio Giro.
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