Opinion | 03 Nov El último informe de Fondo de Población de las Naciones Unidas indica que en Uruguay, 60 de cada cien embarazos corresponden a madres adolescentes, mientras que la media internacional se ubica en 49.
La genda Estratégica hacia un Plan de Desarrollo Social Departamental hacia 2015 manifestaba su preocupación porque el 21,8% de los jóvenes sanduceros entre 15 y 29 años no estudia ni trabaja, de los cuales un 10% no busca empleo ni realiza tareas en el hogar, tratándose de una cifra superior si se lo compara a nivel nacional, donde se ubica en 5,6%.
El informe analizaba la existencia de “limitados espacios de esparcimiento, prácticas deportivas y lugares de encuentro entre pares” y advertía que “la consecuencia de no encontrar las oportunidades para encarar un proyecto de vida en el departamento puede derivar, según casos, en los preocupantes niveles de consumo de alcohol y adicciones a otras sustancias, fenómenos de violencia y marginación, embarazo adolescente y los recurrentes accidentes de tránsito”.
En Paysandú, las cifras de embarazos adolescentes se ubican en torno al 25% del total de madres registradas en Salud Pública y entre 8 y 9% en la mutualista, luego del establecido el Fonasa.
En el mundo, la situación no es menos preocupante. Más de siete millones de adolescentes se convierten en madres y cada día, unas veinte mil jóvenes menores de 18 años traen un hijo al mundo. En su mayoría en países en desarrollo.
El responsable del Programa Salud Integral de la Mujer, Área de Salud Sexual y Reproductiva del MSP, Rafael Aguirre, reconoció que desde 2006 el MSP invirtió más de U$S 3,5 millones en la compra de insumos anticonceptivos, sin costo para los usuarios y que un año antes, el ministerio definió como prioritario avanzar en esa área.
Han pasado siete años y las cifras, lejos de descender, continúan aumentando. Un análisis y autocrítica de todos los eslabones de una importante cadena se hace imprescindible para reconocer dónde está el problema. Todos coinciden en la instrumentación de una temprana educación sexual con énfasis en métodos de anticoncepción y algunos agregan la necesidad de acercarles un proyecto de vida. Mientras la sociedad asiste horrorizada a los casos de explotación sexual de adolescentes, cuya situación se expuso con alto nivel de politización, continúan ocurriendo estos otros casos de igual vulnerabilidad y mayor costo social.
Sin embargo, no marca la agenda, ni se expone o mediatiza con el mismo énfasis. Hay asuntos que no pagan costos electoralistas.