Paysandú, Sábado 09 de Noviembre de 2013
Opinion | 05 Nov “Estoy mandando un sumario tras otro, me cansé de la irresponsabilidad de esta gente”, expresó el director del Hospital Pasteur de Montevideo, Ricardo Ayestarán, quien comenzó a elevar sumarios a los empleados por faltas sin aviso. Esta medida es consecuencia de que el 25% de los enfermeros de la institución falta cada día, es decir que uno de cada cuatro no concurre a su trabajo nada menos que en un área crítica y de enorme incidencia social, como es la atención en salud.
El jerarca manifestó al informativo televisivo capitalino Subrayado que en gran medida el nosocomio que dirige se ve superado por la demanda de atención como consecuencia de la negligencia e irresponsabilidad de la mayoría del personal, en tanto desde el sindicato señalaron que en determinados momentos un auxiliar de enfermería debe atender a más de 10 pacientes al mismo tiempo y existen salas que quedan solas durante la noche.
“Enfermeros hay suficientes, solo que no vienen. Además, a veces faltan todos juntos. Llueve o juega Uruguay y chau, faltan. Una vez se casó la hija de una funcionaria y se certificó la mitad de los auxiliares de la emergencia, entonces los que vienen ese día dicen: ‘bueno, bloqueamos camas’, y dicen que la culpa es del sistema, pero no es así, la culpa es de sus propios compañeros que los dejan solos, son de terror”, afirmó el director del Hospital Pasteur.
El jerarca dijo que ante este escenario caótico por la actitud del funcionariado comenzó a aplicar el reglamento y a sancionar por las faltas injustificadas, aunque confesó que no es la solución porque muchos consiguen certificados “por cualquier lado, porque todos tienen un médico amigo que se los firma”.
“Los he pescado marcando tarjeta y escapándose y a pesar de que les doy la captura, los tipos después aparecen con un certificado médico, no se puede creer”, remató. Cuestionó también que algunos funcionarios toman medidas autónomas de no recibir más enfermos. “Ya les dije al sindicato que si esas no son medidas del gremio, los voy a sancionar a los funcionarios en cuestión. Cualquiera piensa que puede resolver por sí solo”, subrayó.
El punto es que para quien más o menos tenga alguna idea, aunque sea vaga, de cómo funciona el sistema de salud público en el Uruguay no puede sorprenderse de lo que dice en voz alta el director del Pasteur, que en mayor o menor medida se repite en todo el esquema de salud del Estado –también en cierta medida en Primaria o Secundaria--, pero no en el sector privado.
Existe por supuesto una amplia gama de responsabilidades que no se asumen y omisión y negligencia en varios casos, empezando naturalmente por los malos funcionarios que se toman el trabajo en solfa, y no solo faltan masivamente cuando juega la selección de fútbol, sino también para asistir a los acontecimientos sociales, como en este caso el casamiento de la hija de una compañera, porque es gratis y no hay sanción por no cumplir con su deber.
Por supuesto, también cuentan con la complicidad de médicos que les extienden certificados para “justificar” cualquier cosa, porque también para ellos es gratis --¿alguien recuerda que se haya sancionado a algún médico por expedir certificados de enfermedad falsos a los amigos, para que puedan faltar al trabajo?--.
En este caso el Dr. Ayestarán se hartó de la situación, porque ya las faltas reiteradas afectan el cumplir con funciones elementales del sanatorio, y salió públicamente a denunciar una situación que no es nueva, pero que se mantiene oculta y muchas veces hay un encogimiento de hombros de jerarcas que asumen que ante la generalización y suma de irresponsabilidades y negligencia se está ante una misión titánica y hasta imposible de modificar.
En realidad no solo hay falta de compromiso del funcionario, sino que también estamos ante una clara omisión de los sindicatos que están siempre prestos a “defender” los derechos de sus afiliados, pero que obviamente están en pleno conocimiento de esta situación y sin embargo callan, afectando directamente al usuario de los servicios de salud, que en el caso del Estado generalmente son los sectores de menores ingresos de la población.
A la vez se configura una estafa y una burla al ciudadano que con sus impuestos paga los salarios de quienes por lo menos deberían concurrir a trabajar, que es su primera obligación, en lugar de reclamar después el pago de “presentismo” por hacer lo que se supone que le pagan por hacer, que precisamente es trabajar.
Ocurre además muchas veces que esta máquina de negligencia y omisiones que es el Estado suele castigar a quien trata de romper con este esquema, y pueden aparecer finalmente como sumariados los jerarcas o funcionarios que se atreven a denunciar estas situaciones, por lo que en los hechos funciona la intimidación hacia los que pretenden que las cosas se hagan con responsabilidad y eficiencia.
Es decir que estamos ante un problema de múltiples aristas, como lo son la propia idiosincrasia de los uruguayos, el hecho que son todos empleos públicos, que hay médicos dispuestos a firmar constancias de enfermedad “truchas” –es conocido que muchos profesionales le preguntan a su paciente “cuántos días libres que le dé” cuando un paciente lo consulta por alguna afectación--, y que además, a nadie le importa. Pero además cual huracán que se retroalimenta de energía al pasar por aguas tropicales, en los últimos años surgió un factor distorsionante que multiplicó el problema, y es el hecho que los sindicatos gobiernan; y por supuesto, tampoco tienen interés en que la situación cambie.
Por lo tanto, la tarea titánica emprendida por Ayestarán no solo es encomiable, sino que necesitará de mucho apoyo si pretende lograr un cambio positivo en su nosocomio.
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