Paysandú, Sábado 09 de Noviembre de 2013
Opinion | 09 Nov En reciente sesión de la Cámara de Diputados en que se consideró la denominada Ley de Responsabilidad Empresarial, aprobada solo con el voto de los legisladores del Frente Amplio, se registró un entredicho que se centró en el hecho de que en esta sesión pudo haberse registrado la figura de conjunción de interés público y privado.
Tal cuestionamiento lo planteó el diputado colorado Fernando Amado, desde que en la referida convocatoria el secretario general del Sunca, Oscar Andrade, ingresó como diputado suplente del representante comunista Doreen Ibarra. El legislador colorado expresó en la oportunidad sus dudas sobre si este ingreso era válido y al respecto utilizó expresiones del ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro sobre el “sexo explícito”, entendiendo que eran aplicables a la presencia de Andrade, que “pasó en 24 horas de ser líder sindical a diputado del Partido Comunista”.
Más allá de la dureza de la comparación –aunque está en línea con el tenor del ataque que realizara el propio ministro de Defensa a los partidos tradicionales-- estamos ante un planteo que por lo menos debe ser considerado en sus reales alcances, porque quedó en evidencia la grosera manipulación del Partido Comunista a los sindicatos y al propio partido de gobierno. Por supuesto, en este caso si Andrade no ingresaba y sí lo hacía el titular las cosas no iban a cambiar en la votación, porque Ibarra también apoyaba el proyecto, pero en una democracia es fundamental que se guarden las formas, que son inherentes al respeto al estado de derecho.
Pero por otro lado, también las repercusiones de este entredicho se han dado en las redes sociales, donde a la vez se “desnudan” actitudes y más de un doble discurso sobre lo que se proclama y lo que realidad se hace.
Así, la diputada frenteamplista Daniela Payssé publicó en Twitter que “en Cámara de Diputados apareció el ‘enano fascista’: Fernando Amado cuestionó que un trabajador ocupe una banca”, lo que aparece por lo menos, siendo benignos con el término, como un contrasentido cuando la fuerza de gobierno ha promovido leyes contra determinados modos de discriminación y anatemiza por ejemplo a quienes tratan a alguien de “negro” en lugar de “afrodescendiente”. Este extremo incluso fue llevado a la Justicia con el sonado caso de Tania Ramírez, la funcionaria del Mides atacada brutalmente por cuatro mujeres a la salida de un baile en Montevideo, y que la izquierda pretendía que el caso se tratase como un ataque racial, por cuanto en el entredicho verbal previo trataron a la víctima de “negra sucia”, y ella a su vez las tildó de “changos”.
¿Pero acaso “enano fascista” no es una forma despectiva de referirse a las víctimas de acondroplasia, una enfermedad genética incurable que padecen cientos de uruguayos? ¿Se olvida la diputada que con su discriminación despectiva de “enano” está ofendiendo a todos los que son víctimas de esta enfermedad? ¿O hay quienes tienen licencia para discriminar como y cuando les plazca, y otros no?
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