Opinion | 13 Nov La firma en la víspera de un comodato por el cual, durante tres décadas, una empresa con capitales sanduceros y chinos podrá explotar una granja solar fotovoltaica en el Parque Tecnológico Industrial, marca sin lugar a dudas un hito empresarial y emprendedor.
En el lugar --de 17 hectáreas-- se pueden producir 8 megavatios/hora, pero la empresa tiene planes para extender la producción a 40 megavatios/hora, la quinta parte del total de generación (200 megavatios) que permite la licitación de compraventa de energía fotovoltaica que lanzó UTE.
Lo más importante de este emprendimiento no es precisamente que se trata de una energía limpia y no contaminante, lo que de hecho es sumamente destacable. Pero lo realmente a subrayar es que se trata de un emprendimiento privado que ha visto las condiciones favorables del negocio y ha decidido invertir su capital (o el que pudiera obtener en la plaza financiera).
Esa fue precisamente la característica de aquel Paysandú emprendedor que dio origen a las grandes industrias de finales de los cuarenta y de los cincuenta. No fue una concepción de “papá Estado” que hoy parece prevalecer a cada paso, desde los reclamos de los ciudadanos aparentemente de menores recursos por canastas, planes, cooperativas solidarias y muchos aportes sin contrapartida que el gobierno otorga, hasta los pedidos corporativos de diversos sectores que aspiran a más y más prebendas del Estado.
Lo que el país necesita es precisamente de más ejemplos como el que se brinda desde Paysandú con este emprendimiento de generación de energía alternativa. Paysandú también, por supuesto. Es desde el área privada desde donde también deben generarse emprendimientos e inversiones.
Este departamento, precisamente, no olvida el ejemplo de aquella generación de empresarios e industriales que soñaron con una zona industrial poblada de chimeneas y pasaron del sueño a la realidad, con apoyo estatal --cierto es-- pero también poniendo –y arriesgando-- sus propios capitales.
Ojalá este emprendimiento que se pone en marcha, y que en un par de años podrá comenzar a generar energía solar, oficie como agente impulsor para otros, porque este Paysandú necesita de inyecciones de optimismo, de ideas sustentables, de pensadores del futuro que nos merecemos.
El desafío de volver al Paysandú del que los abuelos cuentan está aquí y ahora.