Opinion | 12 Nov En lo que va del año un total de 27 personas fueron asesinadas en situaciones de violencia doméstica. La cifra es superior a la del año pasado y a la de 2011.
En los últimos años, muchas mujeres han muerto asesinadas por sus parejas o ex parejas. Si bien es cierto que el Estado ha realizado algunos avances en lo que refiere a la prevención y abordaje de este problema, resulta evidente que es necesario aumentar el esfuerzo para garantizar los derechos de las mujeres en todo el territorio nacional.
Según una encuesta de prevalencia de violencia doméstica, realizada por el Ministerio de Salud Pública, el Instituto Nacional de Estadística y la Facultad de Medicina, casi el 28% de las mujeres consultadas fueron agredidas física, psicológica o sexualmente, mientras que el 35% de ellas considera que el hecho fue “bastante o muy grave”.
Otro dato importante es que el 41,9% de los agresores son esposos o pareja estable, por lo que en 7 de cada 10 casos la mujer declara convivir con él. Asimismo, es común que una víctima de violencia doméstica sea objeto de varios tipos de violencia, predominando --según la estadística-- la psicológica (23%), en tanto que la física y sexual alcanza al 6%. En 2012 en Paysandú hubo 1.400 denuncias de violencia doméstica radicadas ante la Unidad de Violencia Doméstica del Ministerio del Interior, 600 casos de violencia doméstica tuvieron tratamiento judicial y el Servicio de Atención de Violencia a Mujeres y los servicios de atención especializada de Comepa y ASSE atendieron en total 200 casos.
A nivel local, la Comisión Departamental de Lucha contra la Violencia Doméstica expresó el año pasado que preocupa la escasa coordinación entre las distintas instituciones que atienden casos de violencia doméstica, por lo que se comenzó a trabajar para generar compromisos institucionales que permitan mejorar la capacitación de los actores que participan en la atención primaria de los casos, ajustar coordinaciones y conformar comisiones en localidades del interior del Departamento, preparadas para atender rápidamente este tipo de situaciones.
Lograr ese tipo de coordinación para aceitar las piezas del engranaje que permitan mejorar la atención a las víctimas de violencia doméstica, resulta fundamental para una actuación eficaz en la lucha de un flagelo tan antiguo como dañino, que en muchos casos vive invisible entre nosotros. Es además un imperativo para hacer plenamente efectiva la aplicación de la normativa nacional en materia de violencia de género y trabajar en defensa de los derechos de las mujeres, niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia doméstica.