Paysandú, Domingo 17 de Noviembre de 2013
Opinion | 15 Nov En la celebración, el martes, del Día Nacional de la Industria, las cámaras del sector formularon un análisis de la situación que atraviesa, que no es solo de ahora, pero que sigue con una tendencia negativa en determinados parámetros.
Así, la Cámara de Industrias, al dar a conocer su postura en esta oportunidad, presentó un panorama por lo menos delicado para el sector, con pérdida de rentabilidad, destrucción de empleo y “cambios en las decisiones de seguir apostando al desarrollo”. Consideró la gremial en este contexto que las trabas comerciales argentinas “afectan la viabilidad de muchas empresas uruguayas que viven cambios drásticos en las reglas de juego”, de acuerdo a lo manifestado por el presidente de la CIU, Javier Carrau.
El dirigente gremial expuso que la rentabilidad en la empresa industrial “viene reduciéndose sistemáticamente en todos los sectores por múltiples factores, hasta resultar negativa en muchos casos, que cada vez son más”, y a eso se suma que “se están destruyendo puestos de trabajo”.
Por otro lado Carrau explicó que la producción se sigue desacelerando, “con ramas con desempeños muy negativos, como es el caso de sectores como el textil, la vestimenta, las curtiembres, los metalúrgicos, los procesadores de pescado, entre otros”.
Señaló que a causa de estos elementos expuestos, “las expectativas de los empresarios vienen mostrando una sistemática caída”, lo que es preocupante “porque estos resultados implican cambios en las decisiones de seguir apostando al desarrollo industrial”.
Lo que señala el empresario no es nada nuevo respecto al escenario del país en los últimos años, porque es evidente que la economía nacional sigue sosteniéndose y ha tenido un buen desempeño por la favorable coyuntura internacional para nuestras producciones primarias, fundamentalmente granos y carne, así como la explotación forestal, pero en cambio cuesta cada vez más vender al exterior valor agregado en base a mano de obra nacional.
Precisamente al respecto indicó Carrau que los problemas en la industria nacional “se deben a la persistencia de elevados costos de producción, la pérdida de competitividad con nuestros socios comerciales --favorecida por un tipo de cambio en marcado desequilibrio-- las crecientes barreras a la entrada de productos industriales a la Argentina, y la débil recuperación de las principales economías”.
Entre otros aspectos, también refirió el presidente de la CIU como elementos que conspiran contra el mejor desempeño industrial “los elevados niveles de salario real, a pesar de un contexto desfavorable”, y estos “no solo alcanzaron los niveles previos a la crisis de 2002, sino que se encuentran en guarismos bastante superiores”.
Lo que no estaría mal si a la vez el sector hubiera evolucionado por lo menos en forma similar o aún algo por debajo de este parámetro, pero la realidad indica que desde entonces han crecido los costos empresariales por efecto de salarios pero también por insumos como la energía y otros servicios, además de las cargas tributarias, a lo que se agrega un proceso inflacionario que ha aumentado significativamente los costos de producción y un tipo de cambio deprimido que erosiona la rentabilidad de las exportaciones con valor agregado, fundamentalmente.
No es ajena a esta problemática la distorsión en el plano laboral, que perjudica la productividad y el desempeño de las empresas, pero sin dudas como bien señaló Carrau “producir en Uruguay tiene en la actualidad la dificultad de asumir costos superiores a los de otros países”.
Y también manejó un argumento particularmente llamativo, pero no por ello menos cierto: “existe necesidad del sector privado de cubrir con provisión privada los servicios públicos deficientes”, lo que quiere decir que se paga dos veces por un mismo servicio, como es el caso de la seguridad, la educación y la salud al incumplir su parte el Estado, que resulta tan costoso como ineficiente.
Por supuesto, en general el sector empresarial tiende a maximizar los problemas y dejar en un segundo plano los aspectos favorables, cuando los hay, pero sin dudas que hay una alta cuota de razón en los argumentos expuestos por la gremial. Por ejemplo los números fríos demuestran claramente que Uruguay es el país con la energía más cara de la región, donde la industria paga un 15% más cara la electricidad que en Brasil, y un 70% más que en Argentina; mientras el gasoil cuesta acá un 50% más caro que del otro lado del río, y casi un 70 por ciento más que en Brasil y Chile.
En cuanto a las relaciones laborales, pese a que el gobierno sostenga que se debe seguir apostando al diálogo, apuntando a modernizar el relacionamiento, sin dudas que el Poder Ejecutivo ha facilitado en extremo y hasta promovido la conflictividad al estar sistemáticamente parcializado hacia los sindicatos. Por otro lado, más allá de que hay una incidencia favorable de la ley de inversiones en cuanto a la promoción de crear fuentes de trabajo, hay señales negativas adicionales, como la recientemente aprobada Ley de Responsabilidad Empresarial, que tiene media sanción legislativa, y que es una nueva Espada de Damocles sobre los empresarios uruguayos.
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