Paysandú, Lunes 18 de Noviembre de 2013
Opinion | 15 Nov Quizás, en alguna medida, pase desapercibido para la ciudad de Paysandú, el inicio de obras del hotel Termal Almirón, que de manera oficial comenzará hoy, y en la práctica lo hará la semana que viene.
Pero lo cierto es que se trata de una muy buena inyección de capital, una bienvenida iniciativa, y un aporte concreto al desarrollo turístico del centro termal cerca de la ciudad de Guichón.
No se trata de un hotel que implique una enorme inversión, pero ciertamente cinco millones de dólares en un centro termal que aún está en desarrollo, que necesita del aporte de mayor inversión oficial pues la cantidad de piscinas que tiene son insuficientes para pensar en un real aumento en la cantidad de turistas, es ciertamente trascendente.
Más interesante aún es que esta inversión proviene del campo privado. Más allá que se trate de un grupo de empresas con gran experiencia en la construcción de hoteles, por lo que es claro que donde ponen el ojo ponen la bala, este es el tipo de obras que se vienen reclamando desde hace mucho tiempo en los centros termales del departamento.
En sus comienzos, tanto Guaviyú como Almirón se apoyaron casi exclusivamente en el esfuerzo oficial y prácticamente solamente del ámbito municipal. Si bien este ha sido tan generoso como ha podido, es evidente que ha sido a todas luces insuficiente. Tanto así que hace ya mucho tiempo en Almirón los once moteles municipales son administrados por particulares y lo mismo ocurrirá con los de Guaviyú en breve.
Es la inversión privada la que puede mejorar sustancialmente estos centros turísticos, del mismo modo que ocurre del lado argentino. La unión de la inversión estatal (en nuestro caso de la intendencia casi exclusivamente) y de la privada, es la que asegura un real crecimiento.
Porque la estatal tiene la ventaja de poder basarse en la decisión política que permita utilizar determinados fondos para determinadas obras. Y porque la privada determina primero la viabilidad del proyecto, en la medida que no considera otro escenario que el de ganar-ganar, más allá del natural riesgo que implica cada inversión.
En Almirón pues se da esa unión, porque hace años que el centro termal viene siendo apoyado por la inversión de la intendencia (aunque no tan fuerte y contundente como hubiera sido deseable), y porque ante esta --y seguramente considerando el posible desarrollo-- inversores privados se han visto atraídos a realizar obras muy reclamadas.
Todavía se está muy lejos del desarrollo de Arapey con sus hoteles 5 estrellas, o incluso de Day mán. Pero es un buen paso. Con la bienvenida inversión privada.
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