Paysandú, Martes 19 de Noviembre de 2013
Opinion | 18 Nov Pese a una leve mejora en economías como la de Estados Unidos, la situación todavía delicada en la Unión Europea genera incertidumbre en este mundo globalizado, y sobre todo transmite indefiniciones en otras naciones que si bien no dependen directamente de lo que allí ocurra, sí son afectados como proveedores y eventualmente compradores.
Es evidente que la economía mundial ha cambiado a partir de la crisis de 2008 que se desató en Estados Unidos, repercutió directamente en Europa y por suerte tuvo solo un efecto pasajero en Uruguay y la región.
Debe tenerse presente que estamos en una región proveedora por excelencia de materias primas y compradora de productos terminados, pero sobre todo de origen asiático, especialmente chino, que tuvo una afectación menor porque la depresión no fue tan profunda como se temió en un principio.
En buena medida, el escenario se sostuvo sin mayores sobresaltos para estos países porque se mantuvieron las compras de China, que es a la vez abastecedor de las naciones desarrolladas como grandes mercados, y contar con nichos en el Tercer Mundo, incluyendo a naciones emergentes, lo que ha derivado en que el intercambio de bienes y servicios se sostenga en buen nivel, aunque con un equilibrio muy precario.
No puede obviarse que el panorama es todavía de incertidumbre, en un escenario mundial que tiende a la formación de grandes bloques económicos para mejorar el perfil de intercambio de sus países miembros.
A la vez, los países emergentes desde hace varios años se han nucleado en el grupo Brics, integrado por Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica, debido a que tienen intereses comunes y cuentan a la vez con la característica de que han crecido significativamente en los últimos tiempos. Y con su condición de abastecedores conjugan el ser destino de grandes inversiones en el área de la industria, fundamentalmente, pero naturalmente, dependen de que haya demanda en el mundo desarrollado, que es además de donde provienen los capitales de inversión que hacen puentes para importar lo que producen afuera.
Las consecuencias de esta incertidumbre mundial por la crisis europea se refleja por lo tanto en los que abastecen estos mercados. Así es notorio que hay desaceleración en el crecimiento de China, y de otras economías que en buena medida contribuyeron a paliar la caída de Estados Unidos y Europa en 2008, incluyendo a nuestra región.
Así, en el caso de Brasil, su crecimiento se ha enlentecido y está por debajo de las previsiones, al punto que para este año se ha reajustado el aumento del PBI del 3,1 al 2,7 por ciento, y a la vez ha revisado al alza su previsión de inflación al 6 por ciento.
Pero ya en 2012 el crecimiento había sido de solo un 0,9 por ciento, contra un 2,7 en 2011 y un 7,5 por ciento en 2010, lo que es explicado por los analistas sobre la base de que Brasil se resiente por el escenario económico mundial, particularmente por la recesión en la zona euro, la recuperación lenta en Estados Unidos y la desaceleración de China.
En Rusia el gobierno prevé un crecimiento del 2,4 por ciento este año, cuando hasta hace pocos años este crecimiento llegó a un 8 por ciento, y la India, a su vez, ha registrado en 2012-2013 el menor crecimiento de los últimos diez años, por baja en inversiones, aumento de la inflación y altos tipos de interés, además de la caída en la demanda mundial.
Si a ello le agregamos la desaceleración china, y el estancamiento en Sudáfrica, con solo un dos por ciento de crecimiento para este año debido a la menor demanda de Europa, se completa un panorama menos auspicioso para la naciones emergentes, contagiadas de la retracción mundial, y por cierto que el viento de cola ya no es el mismo de hace unos años.
A estos cambios en las condiciones no hay país que sea ajeno, y mucho menos el Uruguay, altamente vulnerable y tomador de situaciones, aunque felizmente hemos logrado hasta ahora zafar sin mayores inconvenientes, lo que no quita que por lo menos se deba reacomodar el gasto público al nuevo escenario, aunque sea tarde en cuanto al momento para una decisión que debió tomarse mucho antes.
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