Opinion | 19 Nov El bullying o acoso escolar es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y continuado que recibe un niño por parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con el objetivo de someterlo y asustarlo, con vistas a obtener algún resultado favorable para los acosadores o simplemente a satisfacer la necesidad de agredir y destruir que éstos suelen presentar. Por otra parte, implica una repetición continuada de las burlas o las agresiones y puede provocar la exclusión social de la víctima.
El problema se repite en centros educativos a nivel mundial y nuestro país no es la excepción. Muy por el contrario, las estadísticas disponibles indican que Uruguay presenta datos preocupantes en este tema, dado que se ubica como el segundo país con peores cifras a nivel regional.
Estas conductas tienen consecuencias graves para las víctimas, pudiendo causar daños muy profundos a nivel de la personalidad.
Especialistas uruguayos en el tema consideran que se trata, por lo general, de un problema “visible”, que ocurre en recreos, en las aulas o en los espacios comunes, pero que quienes trabajan en esos ámbitos muchas veces “no lo ven o miran para otro lado”.
Recientemente han tomado estado público casos de bullying en Paysandú, que han puesto en primer plano el tema aunque situaciones de este tipo suelen ser más comunes que lo que pensamos.
Días atrás más de 100 niños realizaron una marcha en Plaza Artigas con la consigna “No al bullying” con el objetivo de poner el tema en la agenda y comenzar a formar conciencia respecto a que se trata de un problema que se da en nuestras aulas.
Las formas que adopta pueden ser muy variadas, yendo desde empujones, patadas y agresiones con objetos a insultos, menosprecio en público, resaltar defectos físicos o formas de violencia psicológica que minan la autoestima del niño o adolescente, fomentando su sensación de temor. Es común también que los acosadores pretendan aislar al joven del resto del grupo.
Los padres y docentes deben estar atentos a todo aquello que pueda ser indicio de que su hijo o alumno está siendo víctima del acoso escolar. Hacerle saber al niño o adolescente que no tiene la culpa de ser agredido y que no debe hacer frente a esa situación solo es algo fundamental y sumamente necesario, además de tomar las medidas correspondientes cuando se constata la ocurrencia del acoso y prevenir la aparición de futuros casos. Se trata de un tema que exige atención y tratamiento responsable por parte de docentes, padres, autoridades de la educación y la comunidad en su conjunto.