Paysandú, Sábado 23 de Noviembre de 2013
Opinion | 22 Nov El proyecto de legalización de plantar, cosechar y distribuir las especies de plantas que producen marihuana, que el Frente Amplio quiere aprobar en la primera quincena de diciembre, presenta cada vez más complejidades, que siguen poniendo en duda las verdaderas intenciones tras la idea.
Se supo ahora que la marihuana que se venderá en Uruguay será ultra light por decirlo de alguna manera, en la medida que contendrá solamente hasta el 5% de 9tetrahidrocannabinol (THC), la sustancia química responsable de la mayoría de los efectos sicológicos de la marihuana.
La marihuana que se vende ilegalmente tiene en general una mayor concentración de la misma. Por ejemplo, la que ingresa desde Paraguay tiene un 20% de THC.
El fin más divulgado de la intención del oficialismo de vender la droga al público consumidor en lugares establecidos, como farmacias por ejemplo, fue el de terminar con el narcotráfico, en la medida que se entiende que es el real flagelo.
Se puede sin dudas estar de acuerdo con la intención de terminar con el negocio del narcotráfico, más allá que la misma parezca una utopía. Pero ciertamente resulta muy poco factible que eso pueda lograrse si se vende un producto que está muy lejos del que habitualmente consumen los adictos.
No puede dejarse de lado el hecho de que con esto, el Estado se aseguró que colocará en el mercado un producto menos nocivo. Ahora, tampoco puede dejarse de apreciar que son los propios impulsores del proyecto de liberalización de la marihuana que reconocen de manera explícita el daño que ese estupefaciente produce. Lo hacen simplemente al indicar que la marihuana será más débil y en consecuencia sus efectos nocivos menores.
A esta altura, dados los vaivenes, el proyecto de ley parece obedecer más a un capricho que a una intención seria, así fuera tan utópica como terminar con el negocio del narcotráfico. Y eso es lo realmente grave, el Estado, a través del Ejecutivo y la mayoría parlamentaria actual, parece empecinado en aprobar esta ley, más allá de muchas fundamentadas opiniones en contra, incluida la de ONU.
Por otra parte, el Estado será tomador de precios, porque venderá la marihuana al mismo precio que en el mercado ilegal. Ergo, mal puede decirse que la intención sea eliminarlo. Y menos quitarle clientes cuando el producto que se venderá será de menor contenido adictivo.
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