Paysandú, Miércoles 27 de Noviembre de 2013
Opinion | 22 Nov No son un secreto para nadie los graves problemas que tiene la educación en nuestro país, sobre todo a partir de Secundaria, pero todavía en el seno del gobierno y mucho más en lo que refiere a los dirigentes sindicales del sector docente, se pretenden minimizarlos y en todo caso, atribuirlos a cualquier cosa menos a la calidad de la tarea docente.
Sin acuerdos en el diagnóstico todavía, mal puede pensarse en que puedan surgir propuestas que de consenso entre los actores para cambiar la pisada en la educación, sobre todo porque debe asumirse que las serias dificultades de aprendizaje, los altos índices de repetición y deserción, la caída sostenida de la calidad en la formación de los egresados, tiene origen múltiple, aunque naturalmente hay dos o tres factores que son de mucho mayor incidencia que otros.
Lo que sí no debería hacerse --y sin embargo se recae en esta práctica--, es seguir tratando de ocultar la realidad, para asumir de una buena vez que no puede seguirse así, por más que los dirigentes de los sindicatos docentes digan que está todo bien y que no tienen nada que ver con lo que está pasando, y en cambio siguen ocupándose de cualquier cosa, fundamentalmente de buscar mecanismos para lograr una mayor porción de poder.
Sin dudas que la conducción de la enseñanza debe corresponder al poder político, que es el que representa a la ciudadanía, que tiene que ser arte y parte en las reformas que se necesitan imperiosamente en esta área vital para el futuro del país. Naturalmente, debe consultarse a los actores, es decir los docentes, los estudiantes, los padres, los empresarios, profesionales y todos aquellos que tengan que ver por su participación directa o por ser receptores de egresados, entre otros aspectos.
Incluso en el curso de pocos días han surgido episodios que se incorporan a una polémica hasta ahora inconducente, pero que pone de relieve que hay poca disposición para asumir la realidad que rompe los ojos y hacer algo valedero al respecto de una vez por todas. Sin duda que aunque estamos ante un problema que se arrastra y se viene agravando desde hace muchos años, la administración del Frente Amplio tiene una gran cuota de responsabilidad en esta degradación, porque en una década de gobierno no solo no ha corregido factores que inciden negativamente para que se de este escenario, sino que en muchos casos ha promovido medidas que van en sentido contrario a lo que se necesita.
Además, se ha pretendido ocultar información sobre el nivel de repetición por liceos, e incluso la senadora Lucía Topolansky ha cuestionado la difusión de estos datos por la “estigmatización” que podría generarse sobre los centros con mayor índice de repetidores. Seguramente la senadora debe considerar que los ciudadanos no somos lo suficientemente maduros ni aptos para procesar esta información y asumir el escenario, y sí dejar que la tengan solo los “iluminados”, que luego darán a conocer lo que creen que está al alcance de la capacidad de comprensión de los semianalfabetos uruguayos.
Además, consideró que lo que se hace de las cifras es más un manejo político y que por lo tanto es conveniente ocultarlas, cuando también podría señalarse con mucha razón que el manejo político lo hacen quienes ocultan la información para evitar los cuestionamientos ciudadanos.
A su vez el presidente de Secundaria, Juan Pedro Tinetto, también hace pronósticos sombríos sobre el manejo de estas cifras, y el dirigente de la federación de docentes Fenapes, Pedro Olivera, restó valor a los datos sobre la repetición, porque considera que en todo informe siempre hay intencionalidad y no hay nadie que sea neutro, pretendiendo hacer ver además que los docentes no tienen nada que ver con esta degradación en la calidad de la enseñanza.
No puede obviarse el fracaso de los dos últimos gobiernos en materia educativa, y sobre todo que no se esté encaminando nada certero para hacer algo al respecto. Incluso se advierte que el presidente José Mujica ha bajado los brazos porque “con los gremios no se puede” y ha dejado todo en manos de las corporaciones.
Mala cosa para el país, por cierto, porque las corporaciones solo defienden sus intereses, sin importarles para nada la suerte de la enseñanza y los estudiantes, por lo que el panorama es realmente sombrío si desde el sistema político, por iniciativa del gobierno, fundamentalmente, no se trata de quebrar este círculo vicioso que condiciona nuestro futuro.
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