Paysandú, Jueves 28 de Noviembre de 2013
Deportes | 21 Nov URUGUAY 0 JORDANIA 0
Escenario: Estadio Centenario. Público: 65.000 personas. Arbitros: Jonas Erikkson, Mathías Klasenius y Daniel Waernmark (Suecia).
Uruguay: Martín Silva, Maximiliano Pereira, Diego Lugano, Diego Godín, Martín Cáceres, Egidio Arévalo Ríos, Nicolás Lodeiro (60’ Diego Forlán), Christian Stuani (60’ Gastón Ramírez), Cristian Rodríguez, Luis Suárez y Edinson Cavani (81’ Abel Hernández). DT: Oscar Tabárez.
Jordania: Mohammad Shatnawi, Sharif Nassar, Tareq Khattab, Moh Aljammal (59’ Khalil Bani Ateyah), Adnan Hasan, Ahmad Ibrahim (90’ Thaer Bawab), Oday Zahran, Abdallah Salim (86’ Yousef Rawshdeh), Shadi Abu Hashhash, Hatem Aqel y Mohammad Aldmeri. DT: Houssan Hassan.
Amonestados: Diego Godín (U); Mohammad Aldmeri, Adnan Hasan, Oday Zahran (J).
A esta historia no la complicaba ni este Uruguay que sufrió como loco a lo largo de las eliminatorias, que de empezar a todo trapo terminó con la soga al cuello, accediendo al repechaje ante Jordania como última chance para pelear por un lugar en el Mundial 2014.
Aquel 5 a 0 contundente en Jordania hizo que los celestes llegaran a la revancha con ánimo de festejo con su gente, sabiendo que nunca llegó tan cómo a un partido de este camino tortuoso rumbo al Mundial.
Porque era imposible que Jordania pudiera marcar 6 tantos para dar vuelta una historia que tuvo un capítulo de más.
Sí era posible que este Uruguay volviera a jugar mal, como lo hizo en el partido de ida aunque se hiciera difícil explicar aquel resultado final.
Anoche, en un Centenario repleto, la Celeste se quedó sin artillería, no guardó balas. No tuvo el rendimiento esperado, le fue imposible quebrar el cero, el empate sin goles, porque Jordania fue otra.
El rival llegó decidido a no pasar vergüenza, a no volver con las valijas repletas de goles, y jugó con dientes apretados, intentando dejar sin espacios al rival a como diera lugar, pegando inclusive.
Y, dentro de ese panorama, a Uruguay se le hizo imposible soltarse pero, como contrapartida, Martín Silva fue prácticamente todo el partido un mero espectador.
Apenas si Uruguay pudo generar un par de ocasiones de gol en los últimos minutos del primer tiempo, los mejores de esa primera primera parte del equipo de Tabárez.
Y en el complemento la cosa fue similar más allá de los cambios y variantes posicionales y tácticas. Uruguay quiso algo más, Godín estrelló la pelota en el travesaño y generó alguna otra incidencia peligrosa.
Pero no había lugar para el gol, mientras Jordania hacía su negocio, lamentando haber tropezado en casa, liquidando la serie y cediendo la clasificación.
Uruguay, en tanto, no estuvo a la altura en este último partido. Le pesó quizá el no tener que afrontar una situación límite, como le sucedió a lo largo de casi toda la eliminatoria.
Pero igual estuvo el festejo, el desahogo, los pasaportes con sello, la confirmación de los pasajes a Brasil.
Y, después de todo, Uruguay también se sacó las ganas de festejar un gol. Fue el de Ghiggia, el del Maracanazo, minutos antes de que comenzara el partido. Porque, en defintiva, era tiempo de festejo, de aflojar el cuerpo, y de soñar con volver a ser verdugos en Brasil.
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