Paysandú, Viernes 29 de Noviembre de 2013
Opinion | 26 Nov El acceso a la vivienda propia es todavía una utopía para decenas de miles de familias uruguayas, que ven como pasan las décadas y los años y la diferencia entre sus ingresos y el costo de la compra de la unidad habitacional de interés social sigue con una brecha significativa, aún teniendo en cuenta que existen programas con un componente de subsidios estatal que atienden determinadas situaciones.
Por cierto hay una gama de posibilidades, con diferentes grados de subsidios y el adicional del trabajo de los propios interesados por el sistema de ayuda mutua y sistemas de autoconstrucción, que el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) encara por convenios con las intendencias departamentales, una de las cuales la de Paysandú. A la vez naturalmente existe la posibilidad de nuclearse en cooperativas de vivienda para encarar en forma colectiva y con fuertes subsidios, la construcción de la propia vivienda, como es el caso de miles de familias en nuestro departamento, sin olvidar la obra inconmensurable, pero siempre insuficiente, que encara el Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir),
Con todo, hay un déficit cuantificado de vivienda de no menos de 100.000 unidades habitacionales en todo el país, que pone en su real dimensión el problema, que si bien conlleva que se trata de una falencia que solo se arregla con más construcción, también hay otras alternativas que refieren a la recuperación o reciclaje de unidades habitacionales que por su estado están desaprovechadas o semiabandonadas.
Es en este último aspecto que pretendemos centrar el comentario, desde que en una u otra medida afecta a miles de familias que residen en casas cuya calidad de construcción eventualmente no ha sido la mejor ni mucho menos, pero a la vez por falta de recursos para mantenimiento o el crecimiento de la familias, hacen que se requiera su reparación, remodelación o ampliación.
Y por lo tanto se está ante una demanda de dinero para solventar estas necesidades que si bien no llega a la magnitud de los requerimientos del acceso a la vivienda nueva, conllevan la compra de materiales y contratación de mano de obra, previo proyecto, si la obra es de mayor envergadura.
Y es en este punto en que es preciso también poner a disposición créditos accesibles o planes especiales para refacción y recuperación, a plazos y tasas de interés razonables, pero también se deben facilitar los trámites ante el BPS para que los trabajos puedan hacerse correctamente desde el punto de vista formal, sin que ello implique un dolor de cabeza para el propietario del inmueble.
En lo que respecta a lo económico, parte de estas necesidades está siendo atendida a través de los préstamos que otorga el Mvotma en coordinación con la Intendencia Departamental de Paysandú, por referirnos a nuestro departamento, y ello ha llevado a que cerca de cuatrocientas familias han tenido acceso a créditos para rehabilitación de vivienda urbana y suburbana, con requisitos de ingreso y necesidades del núcleo habitacional y a la vez de la situación legal de la vivienda, entre otros aspectos.
Igualmente, estamos ante una respuesta parcial, que requiere de puentes de crédito de mayor plazo y alcance, en lo posible con algún grado también de subsidio del Estado, y no ante una concesión graciosa a costo del bolsillo de todos los uruguayos, sino porque el reciclaje de viviendas comprende sustanciales ahorros, para evitar que se tenga que construir unidades habitacionales en zonas más alejadas de la ciudad, que requieren extensión de servicios y accesos que afectan la calidad de vida de los beneficiarios, y que por lo tanto encarecen el proyecto.
Lamentablemente, también es elevado el costo de las refacciones, porque han subido los materiales pero sobre todo la mano de obra, debiéndose tener en cuenta por ejemplo que el reajuste salarial para este año en la industria de la construcción superó el 21 por ciento, es decir más que duplicando la inflación y el promedio de los aumentos de salarios en todos los sectores.
Y si bien en algunos casos el propietario del bien inmueble apela a su propia mano de obra o contrata a lo sumo alguna persona para que lo asista o lleva a cabo los trabajos más delicados, por regla general se trata de un costo adicional que limita las posibilidades no solo de reciclaje de viviendas, sino también de mantener las unidades habitacionales ya existentes y con problemas de mantenimiento, como es el caso de revoques, humedades, filtraciones de techos, aberturas, etcétera y ni que decir cuando se trata de una remodelación o ampliación.
Por lo tanto se debería encarar una reformulación de las políticas de vivienda o mejor dicho, ampliarlas y complementarlas con opciones creativas para atender estas situaciones, de forma de entre todos contribuir a que desde varios ángulos tendamos a solucionar o por lo menos paliar las carencias en esta problemática de primera prioridad.
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