Opinion | 04 Dic En reciente sesión del Comité Binacional de la Hidrovía del Río Uruguay, el cuerpo resolvió hacer suya la propuesta del presidente de la Administración Nacional de Puertos (ANP), Ing. Alberto Díaz, en el sentido de que los dos organismos de ambas orillas con competencia en el río Uruguay en cuanto a obras, es decir la ANP y la Dirección de Puertos y Vías Navegables, se hagan cargo del dragado mientras se aguarda la instrumentación del proyecto integrado de dragado aprobado por la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) y las respectivas cancillerías.
Tras el plenario del comité realizado en Colón, Entre Ríos, se dio a conocer una declaración firmada en apoyo a la propuesta del presidente del organismo uruguayo, que propone que el dragado sea realizado desde el kilómetro cero hasta Fray Bentos, por cuenta del Uruguay, y desde Fray Bentos a Paysandú, a cargo del gobierno argentino, “siendo de ese modo justa la alternativa y el compromiso de ambos estados”.
Asimismo el comité renovó “el firme reclamo por el dragado definitivo del río Uruguay, y exigimos una pronta respuesta de ambos estados a esta demanda sustentada en las necesidades reales de toda una región, que ve con gran preocupación la postergación de decisiones concretas sobre el tema, habiéndose ya cumplimentado todos los pasos administrativos que debían darse”.
Precisamente el punto es que a tres años de haberse iniciado formalmente esta nueva etapa de trámites por el dragado contemplando naturalmente un reclamo de muchos años de las fuerzas vivas de ambas orillas, y haberse culminado los estudios encomendados a una consultora para elaborar un proyecto de dragado integral del “paterno”, los tiempos de las concreciones siguen dilatándose, y no puede soslayarse que la parsimonia con que se tramita y se adoptan decisiones, en el mejor de los casos, no está a tono con las necesidades de los sectores productivos, que reclaman contar con un instrumento logístico vital para la competitividad. Debemos tener presente que esta larga lucha por la navegabilidad del río Uruguay data desde hace muchas décadas, pero recién en los últimos quince o veinte años se retomó con fuerza esta legítima reivindicación, en base a la nueva realidad del “boom” de los commodities, sobre todo los granos y la madera, que requieren una vía de transporte adecuada a los grandes volúmenes, como es precisamente el transporte fluvial, que ha languidecido durante más de medio siglo.
La creación del Comité de la Hidrovía el 17 de agosto de 2010 fue la consecuencia de la necesidad expresada por autoridades y fuerzas vivas de ambos lados del río Uruguay en procura de sensibilizar a los gobiernos centrales de ambos países sobre la necesidad prioritaria de encarar inversiones en la navegabilidad del río Uruguay como instrumento de desarrollo, creación de riqueza y mejora de la calidad de vida de los pueblos de las dos orillas.
Por cierto que no todo ha sido un cero absoluto en todos estos años, sino que está en marcha un auspicioso proceso de reactivación y mejora de los puertos de la Hidrovía del Río Uruguay, al punto que hoy estamos con la terminal de Nueva Palmira saturada y fuertes inversiones en Paysandú, Fray Bentos y Salto, además de mejora en la infraestructura del puerto de Concepción del Uruguay, lo que ha sido un factor revulsivo para la producción primaria en la región.
Los datos aportados en el comité dan cuenta de que este año en Concepción del Uruguay se han cargado 150.000 toneladas, en Paysandú 138.000 y en Fray Bentos 135.000, con una expectativa de crecimiento sostenida si se concreta el dragado para elevar el calado en el sistema de puertos hasta Paysandú.
Es pertinente, por lo tanto, ante la demanda de cargas y las necesidades operativas, que la ANP y su contraparte argentina puedan encargarse desde ya, como propone el presidente de la ANP, del dragado de los tramos mencionados mientras se resuelve en ambos gobiernos centrales el aspecto central en base al trabajo encargado a la consultora, de forma que definan la forma y el tiempo en que se efectivizará la obra, que significará potenciar el instrumento de la Hidrovía del Río Uruguay, pero sobre todo con una proyección socioeconómica vital en una amplia región, en producción, infraestructura de apoyo, trabajo y creación y reciclaje de riqueza, nada menos.