Paysandú, Viernes 13 de Diciembre de 2013
Opinion | 07 Dic Tras un año erizado de desencuentros con la Argentina, no solo por la decisión de nuestro gobierno de autorizar parcialmente el aumento de producción de la planta de celulosa de UPM Botnia, sino porque en el período se acentuaron las trabas para el ingreso de nuestros productos de exportación a ese mercado, en los últimos días se conoció la decisión del gobierno kirchnerista de acentuar las restricciones a la salida de dólares, lo que se agrega al cebo cambiario en el vecino país.
Por supuesto, se trata de decisiones que van a contramano de lo que ocurre en el mundo, porque mientras internacionalmente se tiende a la apertura comercial para mejorar el intercambio, complementar producciones y ampliar mercados, creando más fuentes de empleo, en la Argentina se ha retornado a políticas propias de los años 60, promoviendo un encierro comercial y ultraproteccionismo. Esta línea responde a la necesidad de evitar la fuga de divisas ante un esquema de subsidios y distorsiones internas en la economía que diezma las reservas del Estado, pero que más tarde o más temprano se derrumbará como un castillo de naipes.
A partir de esta semana, una nueva medida del gobierno argentino traerá aparejado un sensible golpe para el Uruguay, sobre todo en el plano del turismo, desde que Cristina Fernández resolvió llevar del 20 al 35 por ciento el recargo para las compras de los argentinos con tarjetas de crédito y débito en el exterior, a cuenta de un “adelanto” impositivo.
Esta resolución cobra mayor impacto debido a que los argentinos en realidad no son “dueños” de su dinero, porque su gobierno dispone de cuántos dólares puede cambiar un ciudadano que pretenda salir del país y llevar efectivo. Entonces, sólo quedan dos opciones para los turistas que deseen veranear en Uruguay: comprar dólares en el mercado negro –mucho más caro que el “oficial”--, o pagar con tarjeta de crédito, que ahora será recargada en un 30% en las compras en el exterior.
Por lo tanto las medidas implementadas por Argentina sobre el tipo de cambio y las compras con tarjetas en el exterior tienen como directo resultado un encarecimiento de la plaza uruguaya como destino turístico para el principal emisor de visitantes hacia nuestro destino, y es así que la medida implica una caída que va del 16 al 27 por ciento del poder de compra de nuestros vecinos en el Uruguay respecto a la temporada a anterior.
Es así que según los cálculos de analistas económicos, la capacidad de consumo del salario medio argentino registró un retroceso del 24,2 por ciento en Uruguay durante los doce meses finalizados en noviembre, lo que lisa y llanamente significa que los argentinos que visitan el país pueden adquirir con sus salarios una cuarta parte menos de bienes y consumos en el mercado local respecto al año pasado. Igualmente, buena parte de esa caída se explica porque pasaron de conseguir un cambio al público de 2,6 pesos por peso argentino a 1,7 en el último año.
En cuanto a las repercusiones ya conocidas en nuestro país, la ministra de Turismo, Lilián Kechichian, dijo que las medidas del gobierno argentino “no sorprenden. Estábamos esperando algunas de esas medidas porque sabíamos que venían acompañadas del cambio del equipo económico”, y a la vez descartó que nuestro gobierno tenga pensado adoptar alguna respuesta de contención específica sobre las consecuencias de estas decisiones.
Ante este escenario, las previsiones desde el sector turístico privado de nuestro país son más pesimistas, aunque no inesperadas, y se entiende que subir del 20 al 35 por ciento el recargo en las tarjetas de crédito para las compras en el exterior es una medida que refuerza el cepo a la compra de dólares en la vecina orilla.
Todo indica que el turismo uruguayo es cada vez más caro para los argentinos --Uruguay ya es caro para cualquier turista--, lo que resulta sombrío para una temporada que ya venía a la baja tanto en reservas como en ocupación en los balnearios del Este, y según los operadores turísticos, como es el caso de los hoteleros, “hemos hecho todos los esfuerzos posibles. A nivel de hotelería tenemos tarifas en dólares que no hemos ajustado, con un dólar planchado, y estamos en el límite de supervivencia en cuanto a rentabilidad. Apelamos a que el gobierno, si tiene claro lo que significa el turismo, busque medidas adicionales”, según manifestó Fernando Massa, presidente de la Asociación de Restaurantes y Hoteles de Punta del Este, quien reafirmó que mientras tanto los costos internos siguen incrementándose.
Sin embargo, ya el presidente José Mujica manifestó que “me tienen podrido con la Argentina”, al fustigar tanto a la oposición como a su propio partido de gobierno por falta de apoyo y presiones en la relación binacional, como si la culpa fuera de los otros y no de quien tiene la responsabilidad de conducir los destinos del país.
Es que lamentablemente, pretender desentrañar lo que ocurre y pueda pasar en la Argentina siempre está rodeado de un profundo misterio, de serias contradicciones, de posturas delirantes y soberbia de sus gobernantes, que siguen adoptado medidas desesperadas para seguir pateando la pelota hacia adelante, desde que no hay medias tintas para poder desmantelar este esquema suicida.
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