Paysandú, Lunes 16 de Diciembre de 2013
Opinion | 15 Dic El presidente José Mujica envía cada tanto un mensaje “a quien quiera oír, que oiga” y en los últimos días habló fuerte para su propia interna.
Con un tirón de orejas de entrecasa, rezongó acerca de la falta de apoyo del Frente Amplio a las medidas sobre política exterior y reconoció que las relaciones con Argentina “están bien empantanadas”.
“En Uruguay, todos se matan por pegarle a la Argentina y yo traté de llevar adelante una política de filo y de negociar. Cambié de política porque el Uruguay no me respaldaba”, dijo el presidente y añadió que “la política de confrontación es estupidismo”.
Como los mensajes presidenciales tienen --generalmente-- varias lecturas, en esta oportunidad vale la pena aterrizar la práctica del “estupidismo” en el propio territorio. Por ejemplo, en el puerto de Montevideo donde se notan claramente las consecuencias de las trabas aplicadas por el vecino país, en tanto dos armadores internacionales dejaron de brindar sus servicios regionales.
Sin dejar de mencionar el perjuicio provocado a Terminal Cuenca del Plata, de capitales belgas, afectada por las restricciones del gobierno de Fernández a las escalas que hacían los barcos que venían de Argentina a los puertos uruguayos y cuya tarea consistía en brindar servicios a las embarcaciones que realizaban trasbordos a navíos de mayor porte.
La naviera alemana Hamburg Süd levantó sus servicios y la danesa Maersk se trasladó a Río Grande del Sur; por tanto, la actividad portuaria se ha visto resentida en más del 25%, o lo que en dinero significan unos U$S 100 millones anuales. Y ni acordarse de la molestia del gobierno con Katoen Natie que tiene previsto realizar ajustes en su estructura que implicaría el envío al seguro de desempleo a unos 500 trabajadores, cuando existe este otro problema de fondo.
O cuando los exportadores debieron aguardar a las gestiones entre Cancillerías para destrabar las demoras que se registraban desde Argentina con la Declaración Jurada Anticipada de Importación que deben realizar los clientes argentinos de las empresas uruguayas.
O mientras el Comité Binacional de la Hidrovía del Río Uruguay, que cuenta con la confirmación del financiamiento del lado uruguayo para realizar el dragado, espera una respuesta del gobierno argentino para avanzar.
Practicar el estupidismo ha sido una actuación estratégica que debilitó las relaciones entre ambos países mucho antes que José Mujica asumiera la presidencia y se diera cuenta que hay otros gobiernos que necesitan que se les avise que ya lo son. Sin embargo, transitan su mandato ejercitando un interminable estado de campaña electoral sin reparar en los perjuicios que provoca.
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