Paysandú, Lunes 23 de Diciembre de 2013
Opinion | 20 Dic Con la llegada del verano han aparecido varios emprendedores con ganas de hacer algo de dinero ofreciendo servicios de comida. No está mal dicho así, todo lo contrario.
Es bueno aumentar la oferta gastronómica en la medida que en la época estival se sale más, un poco porque afuera hay algún respiro y porque dentro de las casas, el calor aun es insoportable. Y también es muy bueno que algunos sanduceros se animen con el emprendedurismo, esa actitud que lleva a buscar en solitario o acompañado por un grupo de personas, un camino empresarial diferente. En Paysandú Innova se han dado cursos de emprendedurismo y en el Paseo del Mercado hay una oficina que atiende a emprendedores.
Eso ha permitido que varias empresas hoy se hayan instalado en Paysandú, a partir de una idea generalmente removedora y renovadora, contando con el apoyo gerencial, financiero y de otro tipo.
Eso es muy bueno. No obstante, hay cosas que precisamente no pueden inscribirse dentro de lo que es emprendedurismo. Y ahí volvemos a la oferta gastronómica en la ciudad.
Hace algún tiempo se veía cómo algunas personas ocupaban espacios públicos para ofrecer pollos asados los fines de semana. Ahora, especialmente en avenida Soriano donde hay al menos tres puestos instalados en el cantero central, aparecen “medios tanques” ofreciendo chorizos al pan. Es cierto que es bueno ver a quienes buscan mejorar su economía a partir de un pequeño negocio, pero hay límites y estos empiezan cuando hay regulaciones muy claras para la instalación de este tipo de puestos.
Se hace mucho hincapié --y con razón-- por parte de la Dirección de Higiene de la Intendencia de Paysandú de que quienes estén trabajando en el área gastronómica, hayan realizado, cuando menos, cursos de manipulación de alimentos. Eso es algo muy elogiable.
No obstante, no se han tomado medidas de ningún tipo con estos vendedores de chorizos al pan que ocupan espacio público (el cantero de una avenida), que no cuentan con agua potable en el puesto y que probablemente tampoco tengan los certificados exigidos para manipular alimentos.
Es muy bueno saber que las regulaciones existen, pero mejor sería ver a los inspectores de Higiene recorriendo las calles, controlando este tipo de puestos de venta de comida. No porque deba perseguirse a los más débiles ni mucho menos. Sino para que se adecuen a las normas y reglamentaciones existentes. Probablemente con buen apoyo podrían llegar a tener pequeños comercios gastronómicos. Pero no en el medio de un cantero ni sin cumplir con las normas de higiene más elementales.
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