Paysandú, Miércoles 01 de Enero de 2014

OPINIÓN

LA VOZ DEL PÚBLICO

Locales | 29 Dic Lo que está bien, está bien
Usufructuando un premio sorteado el 24 de agosto próximo pasado en la cena organizada por el cocinero Horacio Spingardi disfrutamos, hace unos días con mi señora, un paseo por el río Negro, embarcados en el catamarán Soriano I, embarcación construida totalmente en Soriano y que hace más de tres años efectúa lindos paseos.
Partiendo desde el muelle Comercio, en la hermosa rambla que tiene Mercedes, remontamos el río Negro hasta un lugar de nombre Barrancas Coloradas, haciendo alusión al color característico de la tosca en esa zona. Fuimos y volvimos en un viaje de tres horas pasaditas. Con un día muy lindo pudimos disfrutar de las bellezas del río Negro con sus islas y playas, aves y buenas edificaciones de establecimientos y empresas, como así también lugares históricos y una hermosa vista panorámica de la “coqueta del Hum” donde, entre otras cosas, se destacan las torres y cúspide de su catedral.
También pudimos disfrutar de todo el confort que dispone el catamarán y la excelente atención y simpatía de su personal.
¿Y por casa, cómo andamos? Esto me hace pensar en cuántas generaciones han pasado aquí en Paysandú que, en su mayoría, ni conocieron nuestro río, nada más que viéndolo pasar, aunque siempre está ahí.
La isla Caridad, que hay varios que la pueden disfrutar; la San Francisco, las del Queguay. Y para el sur, Almería y Almirón, que es una hermosa playa que tuvimos oportunidad de conocer en excursiones de Ajupe, yendo en el Sacra del Yacht Club.
Recordamos las idas de pesquería en la Favorita - Isola del Pescadores a la isla grande del Román, en los esteros de Farrapos. O los viajes desde la sede flotante del Pescadores a la punta norte de la Florida, el cruce más corto, en el lanchazo del “boga” Sánchez, siempre y cuando le arrancara el motor.
Recodamos también el barco Ciudad de Salto, que hacía Montevideo-Salto con escala en Paysandú, en el muelle de madera, que ya no existe. Los barcos de Leopoldo Pizzorno y su hermano, que venían con leña del Queguay y descargaban en carros con caballos, en la calle colonia entre el club Remeros y la usina (donde hoy está la piscina cerrada). Los barcos con vigas para la barraca, que llegaban al muelle del ferrocarril, hoy llamada Playa Park. El María Madre, fondeado frente al astillero Neptunia de Lorenzo Marcenaro, que tenía la lancha Macarena y cruzaba al chalet de Salazar, en la isla Caridad, al norte del resguardo argentino Paso Paysandú, hoy en ruinas.
Se siguen sumando recuerdos, como los viajes a Paysandú de las lanchas de la empresa Lanasa de Concepción del Uruguay, y la empresa Del Río, de Colón. Ver pasar por la canal los barcos de pasajeros que hacían Buenos Aires-Colón de la empresa Dodero; el Washington, que era de ruedas con paletas, el Alvear o el Artigas, que a veces llegaban a nuestro muelle oeste. El remolcador, tirando dos o tres chatas cargadas de pedregullo canto rodado, y los barcos de la empresa Salvia.
Las salidas a remar y timonear en las chalanas del Pescadores, o las falúas o los ghí del remeros, que hacían agua… Mejor dicho, no hacían, ya entraba hecha y había que sacarla con con la sázula y un trapo, para ir a la playa del balneario o a las baterías, atrás de la Florida, a buscar sandías y pitangas.
Los barcos cargando a granel de los silos del granero del puerto, en el muelle de ultramar.
La piscina flotante del Remeros donde en enero de 1947 --yo tenía 11 años--, aprendí a nadar.
Éstos son algunos de mis recuerdos del río en mi época. En Paysandú siempre hubo muchas embarcaciones de todo tipo, y ahora hay muchísimas y variadas para poder navegar. Felices y muy bien por quienes las pueden tener, aunque sea un motorcito portátil para disfrutar del río y los arroyos que tenemos tan cerca a nuestro entorno. Hasta no hace mucho tiempo, en alguna Semana de la Cerveza, venía un barco de la Armada y hacía paseos que tenían un éxito bárbaro, se formaba una larga fila de gente deseosa de embarcarse.
Aunque aquí todo se hace muy lento, conversado y complicado, es de esperar --nunca será tarde--, que algún empresario se la juegue, o algún curul presente un proyecto (o desempolve alguno archivado), para que algún día se logre algo igual o parecido al ejemplo de Soriano.Blas Viola


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