Opinion | 29 Dic El Ministerio de Salud Pública lanzó una nueva campaña publicitaria contra el tabaquismo cuyo “objetivo principal es desandar ese camino de la mujer de que es glamorosa y queda más interesante con un cigarro en la mano. Hay que sacarle el glamour de las fumadoras y decir que es una adicción negativa para las uruguayas”, dijo la exministra María Julia Muñoz.
El punto central de esta cuestión es que aumentó un 3% el cáncer en la población femenina uruguaya y las autoridades calculan que en los próximos veinte años será aún más frecuente esta patología.
Sin dejar de lado las connotaciones sociales, una mujer es sostén del hogar --algunas veces el único puntal económico y afectivo--, pero siempre un referente en valores por la propia figura e influencia que ejerce en su entorno.
Las estadísticas indican que mientras desciende la cantidad de hombres fumadores, aumentan las mujeres adictas al tabaco; de hecho, en los últimos 15 años el cáncer de pulmón aumentó 55% en la población femenina. O lo que es lo mismo: todos los días en Uruguay, una mujer muere a causa del cáncer de pulmón.
Otro problema que aprecian los técnicos es que, en general, las mujeres resultan más resistentes al control de su adicción, mantienen comportamientos diferentes al varón y comienzan a fumar a menor edad en la adolescencia.
Por estas razones las campañas durante 2014 estarán enfocadas a las mujeres jóvenes y a tratar de lograr que no incorporen el hábito de fumar.
Asociar la muerte con el cáncer es inevitable en una sociedad estigmatizada por esta patología, cuyos tratamientos son altamente invasivos y con consecuencias permanentes. Sin embargo, las alertas de los técnicos, campañas de prevención o publicitarias enfocadas a la promoción de hábitos saludables, parecen no alcanzar.
Durante el próximo año se apreciarán los nuevos pictogramas en las cajillas de cigarrillos que incluyen las consecuencias del hábito en las mujeres. Lamentablemente, los resultados de esta u otras campañas no se observarán en la inmediatez porque las consecuencias irremediables se constatan con el paso de los años. Y cuando hablamos de vida o de muerte, cualquier tiempo es relativo en su extensión.
Por eso, antes que por sus pulmones deberá pasar por la conciencia de una fumadora el grado de influencia que ejerce sobre ella un cigarrillo y a su vez, la que personalmente proyecta en su familia, fundamentalmente sus hijos. Es una decisión libre que deberá adoptar más temprano que tarde. Antes de derramar todas las lágrimas posibles, ante un diagnóstico implacable.