Paysandú, Lunes 06 de Enero de 2014
Opinion | 03 Ene La llegada de la Navidad, marca el comienzo de las Fiestas Tradicionales que culminan con el Día de Reyes. En buena parte del mundo, estas fiestas se celebran en grande; en algunos lugares con unción religiosa, en otros con fiestas casi paganas.
Del mismo modo que los festejos del Año Nuevo Chino hace que muchas ciudades de los países que lo celebran, se engalanen con sus símbolos; desde Madrid a Kuala Lumpur pasando por Roma, para la época navideña, el centro de cada ciudad estalla en luces y arreglos.
Como todos los años por estas fechas, miles de ciudades se engalanan para recibir una de las fiestas más entrañables y familiares del calendario: la Navidad. Ya desde finales de noviembre, las luces, los árboles y los pesebres invaden las calles, transportando a sus habitantes y visitantes a un mundo mágico.
En Paysandú, hasta no hace mucho, era costumbre engalanar la ciudad, aunque nunca se invirtió mucho dinero en ello, atento a que la intendencia de turno entendía pertinente cuidar su presupuesto.
Pero los sanduceros sin dudas recordarán el árbol del ornato público que se arreglaba con luces (con lamparillas incandescentes pintadas de distintos colores) en la parte Sur de plaza Artigas. O los plátanos que están sobre 18 de Julio en la plaza Constitución, que en los últimos años también eran decorados con guirnaldas de luces. O los arreglos lumínicos que se hacían en avenida España, parcialmente financiados por los propios comerciantes del “jardín de la ciudad”.
No obstante, eso se ha perdido actualmente y así la ciudad también perdió su atractivo en tiempos de Navidad. Apenas si queda un pino formado con luces a la entrada de la ciudad, frente a la Seccional 3ª de Policía, y el clásico adorno de la antena del Batallón, que al menos nos recuerda desde la zona norte que las fiestas tradicionales están cerca.
Demasiado poco para lo que Paysandú supo tener. El comercio local, por su parte, también engalanaba sus vidrieras con motivos navideños. Y muchas casas particulares eran adornadas con luces de colores y otros elementos. La ciudad se preparaba para recibir a la Navidad con alegría, con decoraciones especiales.
Este año, particularmente, salvo el arreglo ya indicado en los accesos, la intendencia no se ha preocupado en lo más mínimo por engalanar el centro (al menos). Ni siquiera en la plaza Constitución.
Una ciudad como Paysandú --más allá que habrá sanduceros que no celebren las fiestas tradicionales de fin de año--, merecía arreglos navideños de mayor destaque, incluso sin innovar demasiado, apenas repitiendo lo que ya era una tradición de décadas para esta época.
La responsabilidad primaria y principal cae sobre la Intendencia de Paysandú, a la que una vez más una fecha importante “se le vino encima” y no actuó a tiempo. Asimismo, los comerciantes que perdieron la costumbre de destinar una de sus vidrieras a Navidad, también son responsables. La ciudad y sus habitantes merecían mucho más.
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