OPINIÓN

Locales | 05 Ene El ejemplo político
La puntualidad es algo básico para cualquier organización. Es decir la puntualidad para terminar una tarea, la puntualidad para llegar a una reunión, la puntualidad de un encuentro, la puntualidad para llegar a trabajar, etcétera.
La puntualidad es un concepto fundamental para la coordinación y organización de una empresa, de una familia o de un proyecto. Ser puntual evita la pérdida de tiempo muerto y nos hace ser más eficientes en el día a día.
Lamentablemente en este país la puntualidad no se tiene en cuenta. Los políticos, que deberían ser ejemplo de ésto, son los más impuntuales, haciendo uso indiscriminado del tiempo de los demás y demostrando así la poca capacidad de organizar sus tiempos. Claro que estoy hablando de forma general, siempre hay excepciones.
Un ejemplo de ésto son todas las conmemoraciones patrióticas, así como los actos partidarios que comienzan por lo general una hora después de la hora prevista, debido a que los representantes políticos son los últimos en llegar. Lamentable.
El 2 de enero, a las 10 de la mañana, comenzaba el acto por la caída de los héroes de Paysandú, en el monumento a Perpetuidad, al que asistí con mi padre como cada año. Este acto no fue la excepción a lo que parece ser una regla, y por supuesto, el mismo comenzó tarde, debido a que Heber, Lacalle y Cardoso llegaron restrasados. No digo que ellos no tuvieran sus imprevistos, pero siempre pasa lo mismo.
Ni bien terminaron los himnos comenzó a hablar una joven del Partido Nacional. Es una pena pero no pudimos escuchar sus palabras ya que comenzó la tormenta y nos tuvimos que retirar. Mil disculpas del caso.
Simplemente no quería dejar pasar una vez más este tipo de actitudes, que pasa en todos lados y que es parte de los malos hábitos que tenemos los uruguayos. Guillermo Rivero
Goncalves