Paysandú, Miércoles 08 de Enero de 2014
Opinion | 06 Ene El Consejo de Educación Primaria gastó en 2013 más de U$S 6 millones en seguridad, de los cuales U$S 4 millones, correspondieron a la contratación de servicios 222 para unas doscientas escuelas.
Eso es “el límite de lo aceptable” porque se ha gastado más en seguridad que en material didáctico o mobiliario. Estas palabras que no pertenecen a la oposición ni a la prensa opositora, sino al presidente del Consejo de Primaria, Héctor Florit, describen una situación preocupante para las autoridades educativas y del Ministerio del Interior.
Ambos organismos preparan un plan a desarrollarse en 2014, con la instalación de alarmas y patrullaje en diversos barrios de Montevideo para evitar las situaciones de violencia.
La experiencia, que en principio se aplicará solamente en la capital, pretende extenderse a otros centros educativos.
Incluso se debe ir más allá con los cálculos. Un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y del Banco Interamericano de Desarrollo concluyó que el delito le cuesta al país U$S 1.165 millones o el 3% del Producto Bruto Interno. En este caso, Uruguay se ubicaba tercero, solo por debajo de Honduras y Paraguay.
El “mientras tanto” de tan difícil resolución ha dado paso a cualquier tipo de razonamientos, desde los básicos hasta los más elaborados. No obstante, los más escuchados refieren a la desigualdad social, el individualismo y el fomento del consumismo a través de diversos medios.
Justamente los temas sobre los cuales la escuela pública uruguaya ha sido un referente de equilibrio, austeridad y laicidad. Sin embargo, es el blanco de la inseguridad como cualquier otro lugar público o privado.
No podrán decir que la transmisión de la cultura del ganador donde “cuanto más tenés, más valés” tenga un peso referencial y sea la razón para salir a apedrear una escuela o el exceso del individualismo, donde el “hacé la tuya” abone el argumento para romper los vidrios de un centro educativo y acceder al mobiliario o a las computadoras del Plan Ceibal y sus transformadores. Salvo que se intente subestimar al receptor del mensaje.
Después vendrá la virulencia del discurso orientado al “paraíso neoliberal de la década de los ‘90” para después arribar con resignación a la conclusión de que “a esta sociedad le faltan valores” porque se nota “una ausencia de la familia” en los jóvenes o adolescentes.
Cualquiera sea la razón, los datos son tan duros como fríos: hay 36.967 guardias de seguridad en 291 empresas registradas en el Ministerio del Interior y 25.000 policías.
Del total de guardias de seguridad, 20.822 están armados. Por si no nos dimos cuenta, ese total supera a los efectivos policiales y significa un récord a nivel nacional.
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