Nacionales | 14 Ene Aunque todavía sin aclararse si fue una renuncia o un pedido de dimisión, ante los comentarios contradictorios del presidente José Mujica, lo cierto es que ha cesado en su cargo de presidente del Consejo de Educación Secundaria el profesor Juan Pedro Tinetto, en una decisión que responde a un conflicto en el que seguramente han pesado los graves problemas que afectan a esa rama de la enseñanza, desde hace ya varios años.
Ahora, corresponde sí que los jerarcas asuman la responsabilidad por los errores o malos resultados de su gestión, como ocurre en este caso, pero sería un simplismo y una equivocación de medio a medio hacer recaer sobre una sola persona el origen de este escenario, por cuanto las causas del deterioro tienen raíces mucho más profundas y no dependen solo de la capacidad o buena voluntad de una persona, en este caso del exdirector Tinetto.
Es cierto, se desenvolvió en una mediocridad similar a la de sus antecesores, pero debe tenerse presente que a los serios problemas que acarrea desde hace ya muchos años nuestra enseñanza se han agregado los que motivó la aplicación de la nefasta Ley de Educación aprobada durante la administración del expresidente Tabaré Vázquez, que otorgó aún más parcelas de poder a los gremios de docentes, los que presionan y presionan apuntando a obtener más concesiones en favor de sus intereses corporativos.
Un ejemplo claro de esto fueron los paros que privaron a los estudiantes de varios días de clase, sobre todo en Montevideo, y que sirvió para seguir desestimulando a los estudiantes e incrementar la deserción en Secundaria, ante la pasividad de un gobierno temeroso de chocar contra gremios que lo han doblegado una y otra vez.
Y más allá de que en buena medida la enseñanza es en los hechos una caja de resonancia de la degradación de valores en la sociedad y de los propios problemas de convivencia, y que hay asimismo un muy buen porcentaje de buenos directores y docentes que se esfuerzan porque las cosas salgan bien y mejoren, no es menos cierto que las respuestas pasan por una reforma profunda de programas y objetivos en cuanto a formación y capacitación de los jóvenes, de forma de quebrar el círculo vicioso.
El punto es que si bien son de recibo los aportes que formulen los docentes a través de su representación en el consejo, sus propuestas deben evaluarse como tales y ser sometidas a la consideración del poder político, que es el que representa a toda la ciudadanía y en quien deben recaer las decisiones, tras un diagnóstico y determinación de objetivos claros, para no seguir en los “parches” que en nada han cambiado el panorama, ni lo van a hacer.