Paysandú, Miércoles 22 de Enero de 2014
Opinion | 17 Ene Con la muerte de Ariel Sharon, a los 85 años, Israel ha perdido ciertamente a uno de los hombres que ayudaron a forjar su destino. Estaba postrado y en coma desde 2006, después de sufrir ese año un masivo accidente cerebro-vascular que lo incapacitó y del que nunca pudo recuperarse.
En 1967, como comandante de un escuadrón de tanques, derrotó a los egipcios en el desierto de Sinaí durante la llamada Guerra de los Seis Días.
En 1973 --desobedeciendo órdenes-- logró una victoria espectacular frente a Egipto, cuando sus tanques, durante la Guerra de Yom Kippur, cruzaron el Canal de Suez y encerraron entonces al sorprendido Tercer Ejército egipcio.
En 1982, como ministro de Defensa, invadió el Líbano y llegó a Beirut, en uno de los hechos más controvertidos de la guerra del Líbano, pues fue acusado de ser el motor para que milicias entonces aliadas a Israel mataran a más de ochocientos palestinos. Por esa acción, además, fue impedido de por vida de volver a ser Ministro de Defensa.
Pero en 2001 fue elegido primer ministro. Militar extraordinario, político astuto, por sobre todas las cosas líder firme de convicciones claras y sentimientos nacionalistas. Eso fue Sharon. Un hombre tan querido como odiado.
No le escapó nunca a la violencia, de hecho además de los referidos, fue partícipe principal en otros violentos enfrentamientos con Palestina, que derivaron en miles de muertos.
No obstante, si algo debe reconocérsele a Sharon es que actuó con plena convicción de que todo lo que hacía era lo mejor para su país. Quizás por eso mismo, cuando nacía el siglo XXI, cuando se vivían momentos de incertidumbre en Israel, sus habitantes convocaron a Sharon. Eso claramente demuestra que entonces como ahora, más allá de las controversias, de las coincidencias y disidencias, se ganó el respeto de los israelíes.
Además, fue partícipe de hechos fundamentales en la historia del aun joven estado de Israel. Hay quienes no le perdonarán nunca que expulsara a los judíos de Gush Katif en la Franja de Gaza.
De aquel joven oficial gravemente herido en combate en la guerra de Independencia en 1948, salvado por sus compañeros de armas, que lo rescataron bajo fuego, a este hombre que vivió los últimos días de su vida en oscuridad, pasaron muchos episodios que no dejaron indiferente nunca al propio Estado de Israel.
Quizás fue un héroe; quizás fue un villano. Por aquello que de genio, poeta y loco todos tenemos un poco. No obstante, nadie puede dudar que fuera fundamental para Israel. Con las armas o desde el gobierno. Sharon dejó un legado. De eso no quedan dudas.
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