Paysandú, Miércoles 22 de Enero de 2014
Opinion | 21 Ene La compleja política económica vigente desde hace años en la Argentina, fundamentalmente a través de los gobiernos kirchneristas, de neto corte populista y voluntarista, lejos de tender a sincerarse, está condicionada por urgencias político electorales que han sido determinantes para que se evite a rajatabla un sinceramiento que deje al desnudo las enormes falencias, contradicciones e incongruencias que la caracterizan.
Es decir que mediante subsidios cruzados, controles de precios, inflación disfrazada en los índices oficiales y valores artificiales de servicios públicos y energía, se ha dejado instalado un paquete que resulta muy difícil desatar para incorporar correcciones, y a lo sumo se puede ensayar algún retoque que no va al fondo de la cuestión mientras se sigue pateando la pelota para adelante, hasta que las cosas no den más, aunque siempre con la perspectiva de poder echarle la culpa a otro.
En esta tesitura, una de las manifestaciones más notorias de este encierro son las prácticas proteccionistas que lleva adelante la Argentina, que no tiene crédito internacional por ser mal pagador y necesita imperiosamente divisas, mientras paralelamente sigue perdiendo reservas, y por lo tanto restringe severamente las importaciones; incluso desde sus socios del Mercosur, como bien lo sufre Uruguay, violando el espíritu y la letra del tratado.
Uno de los estrategas y ejecutores de este férreo y discrecional esquema de permisos de importaciones fue por largo tiempo el exsecretario de Comercio Exterior, Guillermo Moreno, quien fuera relevado hace dos meses por el gobierno, lo que generó expectativas de que a partir de entonces tendiera a desarmarse este esquema en el marco de cambios imprescindibles en la política económica kirchnerista.
Pero con el paso de los días y las semanas, estas expectativas se han ido diluyendo, y hasta incluso hay quienes extrañan al exmandamás del comercio exterior. Porque si bien los empresarios reciben mejor trato que antes, se han dejado de lado las amenazas verbales de Moreno pero se han incorporado más exigencias por escrito, en tanto a medida que bajan las reservas, más se acentúa este intento de controlar todo lo que ingresa al país, incluso como insumo para las industrias.
Un poderoso empresario de una industria automotriz del vecino país declaró al matutino La Nación que “yo les dije a mis colegas cuando renunció Moreno: lo vamos a extrañar. En ese momento se rieron y me criticaron, pero ahora me llaman y me dicen: tenías razón. Porque todo sigue siendo un caos, pero al menos antes tenías a quien llamar para intentar solucionar los problemas”.
El sector automotriz precisamente está trabajando al límite, por la falta de insumos, y solo se permite el ingreso de las denominadas “importaciones de terapia intensiva” para que las industrias no tengan que suspender líneas de producción o a sus empleados.
Tampoco se han liberado importaciones de artículos para supermercados, como dio a entender el gobierno cuando se firmó el acuerdo para mantener los precios, en tanto la mayoría de comercios está en el límite de stocks y con perspectivas muy inciertas de recomposición en las condiciones en que se está manejando el comercio exterior en el vecino país.
El economista Dante Sica, titular de Abeceb.com y asesor de numerosas empresas, indicó a La Nación que “todo sigue decidiéndose sobre la base de la cantidad de dólares, aunque con más transparencia” que la gestión de Moreno, donde había más discrecionalidad y secretos.
Pero en esencia, han cambiado los hombres y las restricciones son las mismas que con Moreno por “falta de dólares, ya que no hay más divisas que las de la balanza comercial” por la falta de crédito internacional de la Argentina o inversión extranjera que inyecte dólares al país.
Es que en el pecado está la penitencia, como sentencia el dicho popular, porque cuando se ponen en práctica políticas populistas para “redistribuir riqueza”, la plata desaparece, los precios aumentan, los costos se van por las nubes y los controles que se pretendan implementar sólo agregan más leña al fuego.
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