Paysandú, Sábado 25 de Enero de 2014
Opinion | 25 Ene Hace pocas horas el canciller uruguayo, Luis Almagro, dejó abierta la posibilidad de que alguno de los países del Mercado Común del Sur (Mercosur) quede fuera del acuerdo comercial que se negocia con la Unión Europea (UE), si bien el objetivo es que todos participen en ese pacto.
El ministro advirtió que durante la próxima cumbre del Mercosur, prevista para mediados de febrero en Venezuela, se verá si se presenta “un acuerdo de tres países más uno, o si se firma el acuerdo de un sólo país junto con aportes de otras naciones”, entre otras opciones.
“El objetivo inicial es que todos los países del Mercosur lleguen juntos al acuerdo con la UE”, insistió Almagro, quien respecto a la negociación bilateral del pacto comercial entre el bloque formado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela y la UE, aseguró que “el Mercosur va bastante más adelantado que la UE, y ha trabajado mucho” en su oferta comercial, cuya entrega estaba prevista para finales de 2013, pero que aún no ha sido presentada.
Pese a ello, admitió que la propuesta de Argentina contenía “unos niveles de cobertura inferiores en comparación con los otros países del Mercosur”, por lo que se instó al Gobierno de Cristina Fernández a que “trabajara para aumentar los porcentajes” de dicha cobertura.
Almagro indicó además que “se espera que la Unión Europea tenga preparada su propuesta en este mes de enero”, después de que el pasado mes de diciembre representantes de la UE solicitasen un aplazamiento en el intercambio de ofertas debido al impasse navideño de las instituciones comunitarias.
Este aplazamiento coincide con la postergación en dos ocasiones de la fecha de la cumbre de Mercosur, prevista inicialmente para el 17 de diciembre de 2013 en Caracas, trasladada después a finales de enero, y pospuesta finalmente para mediados de febrero por motivos de agenda de los líderes del bloque.
La negociación entre el Mercosur y la UE comenzó formalmente en 2000, pero desde entonces se ha prolongado sin éxito, e incluso llegó a paralizarse por completo en 2004, para ser retomada en 2010, pero el proceso quedó nuevamente postergado por la crisis que significó la suspensión de Paraguay en junio de 2011, tras la destitución del entonces presidente Fernando Lugo.
Pero con el paso de los días la posibilidad de una participación argentina en este acuerdo se hace cada vez más problemática, desde que las turbulencias en la economía del vecino país, el ultraproteccionismo que practica para tratar de hacerse de divisas y los nulos avances que obtuvo en la reunión con el Club de París por su deuda de 10.000 millones de dólares, hacen que no resulte ni mediamente confiable para participar en un acuerdo con sus socios ante el bloque europeo.
Ocurre además que al Mercosur le queda poca vida si no concreta un acuerdo bloque a bloque para salir de su parálisis y persistente deterioro, pero mientras tanto Argentina y Venezuela, por distintos motivos, asumen con desconfianza la posibilidad de un acuerdo con Europa, que en cambio es visto como una gran oportunidad por Brasil, seguido por Uruguay y Paraguay.
Pero por otro lado, no puede ocultarse que uno de los elementos que más juegan en favor de un acuerdo por los tres países refiere a que se está ante la finalización de las preferencias comerciales existentes, por cuanto este mes todos los países del tratado regional del sur perderán el acceso preferencial que concede la Unión Europea a los países en desarrollo, porque considera que ahora su situación económica no justifica esta preferencia.
El punto es que con un Mercosur que se deteriora a ojos vistas, un acuerdo entre bloques parece ser una alternativa lógica para un bloque que se ha transformado en un Club de Amigos, donde lo político prima sobre lo jurídico, como ha confesado el presidente José Mujica, y donde Argentina y Brasil han practicado un bilateralismo acérrimo en favor de sus propios intereses.
Pero estamos ante una Argentina que solo se ha caracterizado por su incumplimiento de los tratados, como lo ha hecho recurrentemente, caso concreto del bloqueo de los puentes y las trabas a las importaciones uruguayas en el marco de la aplicación de sus políticas proteccionistas, y más recientemente trabas para el turismo en Uruguay una devaluación que seguramente tendrá consecuencias de este lado del río, por lo que sería impensable que la eventual participación de Buenos Aires en el acuerdo interbloques sea positiva.
Más aún, sería deseable que no lo hiciera, para facilitar las cosas, de la misma forma que Venezuela, que no sabe hacia dónde quiere ir, pero que tiene un régimen que no es creíble y del que no puede pensarse que sea una contraparte confiable en una mesa de negociación.
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