Paysandú, Lunes 27 de Enero de 2014
Opinion | 25 Ene El gobierno argentino “sorprendió” ayer a propios y extraños al anunciar que pone fin --en forma parcial-- al cepo cambiario desde este lunes, y que por lo tanto las personas físicas podrán comprar dólares y tener ahorro en esta moneda, así como reducción de impuestos del 35 al 20 por ciento de anticipo al impuesto a las ganancias.
Pero ya el jueves el Banco Central argentino decidió intervenir al final de las operaciones y logró, con esa jugada a pocos segundos del cierre, ponerle un piso algo menor a la cotización de partida de ayer del dólar oficial en 7,75 pesos --al cierre del estatal Banco Nación--, aunque luego la divisa llegó a superar los 8,51 pesos.
En suma, la caída frente al dólar fue la mayor en casi 12 años al perder 11% de su valor. La caída diaria fue la peor desde mediados del 2002 luego de que el país abandonara un sistema de tipo de cambio fijo que rigió una década por una fuerte crisis financiera. El peso del vecino país acumula una devaluación de 18,50% desde el 1º de enero, lo que naturalmente provocará presiones sobre los precios al consumidor que llevarán la inflación anual muy por encima del 30%.
Y si bien el gobierno aseguró que no está provocando la devaluación, es indudable de que se trata de una medida desesperada ante el fracaso de la línea económica impulsada y la permanente fuga de divisas del Banco Central, tras el “tapón” del cepo que se pretendió poner para evitar lo inevitable.
Estamos ante un intento burdo y muy tardío por sincerar una economía que es absolutamente delirante, con sus subsidios, mercado “blue” paralelo de dólares, el cepo que se mantiene hasta el lunes, indexación con inflación disfrazada, y sobre todo, las expectativas de agentes económicos que se han acentuado paralizado al vecino país hasta ver que es lo que va a pasar. Todo esto sostenido por un gobierno donde el patoterismo de “La Cámpora” --grupo de “acción” al servicio de la presidencia-- impone su ley, y donde las garantías son relativas.
Naturalmente, esta debacle se venía venir desde los intentos de no pagar costos políticos por la Administración Kirchner y superar el efecto traumático inevitable de cara a los compromisos electorales.
Pero evidentemente la cosa no da para más, luego de que Argentina sufriera un nuevo revés ante el club de acreedores de París, y todo indica que la devaluación se va a acentuar y con un fuerte impacto en los precios internos.
Lamentablemente, pese a que Uruguay tiene una menor dependencia de Argentina que la que tenía hace una década, esta situación nos va a impactar y no para bien, porque afectará el turismo, las exportaciones a ese mercado y favorecerá la corriente de compras de uruguayos en el vecino mercado, a cuenta de otras repercusiones que harán que este verano conlleve un cambio en las reglas de juego y creando más y más incertidumbre ante los parches que se intentan para remendar la economía de nuestros vecinos.
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