Paysandú, Lunes 27 de Enero de 2014
Opinion | 27 Ene En un mundo en que hay señales de mejoría en Estados Unidos pero donde también persiste la crisis en naciones de la zona euro, es muy positivo que América Latina siga por ahora con indicadores positivos en la macroeconomía, aunque con cierto grado de enlentecimiento.
Es que en el subcontinente latinoamericano, aunque se manifiesta desaleceración de la demanda internacional, sigue con previsiones de crecimiento con una media del orden del tres por ciento anual, ante un escenario recesivo europeo y de demanda todavía convaleciente en la nación norteamericana.
Igualmente hay desempeño aceptable de varios países de la región y de las naciones emergentes asiáticas, lo que es positivo, pero a la vez exige cautela y un seguimiento de la situación, en tanto en el caso de China se confirma por primera vez un retroceso, aunque mínimo, en sus exportaciones.
Hay economías poderosas que siguen sin encontrar respuestas, y todo indica que todavía habrá de transcurrir un lapso considerable para que se fortalezca la demanda que se ha deprimido desde el Primer Mundo.
Este escenario presenta incertidumbre para América Latina, y corresponde que se tome nota de que el panorama no va a ser en el futuro inmediato tan favorable como lo ha sido en la última década, con un crecimiento que ha permitido mejorar la calidad de vida de amplios sectores de la población, aún reconociendo que subsiste la desigualdad, con sectores sumergidos en la pobreza y déficit en la sustentabilidad de una incipiente redistribución que se ha alcanzado.
En un informe de situación del Fondo Monetario Internacional (FMI), se insta a las economías latinoamericanas a que aprovechen condiciones favorables externas “que no durarán externamente” y sentar así las bases de un “crecimiento sostenido” en el momento.
En este informe, conocido cuando se espera un crecimiento regional del orden del 3,5 por ciento para 2014, impulsado por cierta abundancia de financiación y la demanda aún sostenida por materias primas, se advierte también de los riesgos a mediano plazo derivados de un potencial endurecimiento de las condiciones de financiación mundiales y la posibilidad de una “fuerte desaceleración en los países emergentes de Asia, con sus consiguientes efectos en los precios de las materias primas”.
El organismo internacional advierte que se empiezan a ver señales de moderación en los precios de las materias primas, tendencia que podría intensificarse y considera que los tipos de interés aumentarán a medida que las economías mejoran, pero “el desafío para muchos países de la región es aprovechar el escenario actual para rellenar sus arcas y sentar las bases para un crecimiento más robusto e inclusivo”.
Precisamente recomienda en cuanto a políticas macroeconómicas “una política fiscal más prudente que contribuiría a aliviar la presión sobre la capacidad interna y mitigar el aumento de los déficit en cuenta corriente”, y en cuanto a la inflación, el FMI destaca que se ha mantenido controlada mayoritariamente, aunque países como Brasil, Uruguay y Venezuela registran cifras por encima de las metas.
Igualmente, debe tenerse presente que una década de crecimiento no es poca cosa para un subcontinente que históricamente ha tenido severas crisis, que ha pasado alternativamente de bonanzas a depresiones y que en este caso ha tenido vientos favorables por un largo período.
Uruguay no ha escapado al crecimiento espectacular por las condiciones internacionales, sobre todo el alto precio de las materias primas que produce por ventajas comparativas, pero ha dejado pasar de largo una oportunidad inmejorable para fortalecer infraestructura y ordenar cuentas y situación fiscal sin mayores traumas.
Y las oportunidades siempre deben aprovecharse, porque nunca se sabe cuando volverán a presentarse y si ello ocurre, si estaremos en condiciones tan favorables para hacer el mejor uso de los instrumentos que tenemos a mano, porque se suceden hechos que cambian el entorno, como es el caso de la crisis desatada en estos días en Argentina, cuyo desenlace es todavía imprevisible.
Además en Uruguay, como es el común denominador para América Latina, al crecimiento por estas condiciones favorables no se le ha agregado suficiente inversión para el desarrollo y sustentar este crecimiento sobre bases firmes, por lo que hay coincidencias respecto a que no estamos ni por asomo a cubierto de los cambios en las condiciones que hasta ahora nos han favorecido.
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