Paysandú, Miércoles 29 de Enero de 2014
Opinion | 23 Ene Buena parte de la cobertura de noticias de la víspera estuvo centrada en el Juzgado de Montevideo donde futbolistas de Peñarol y Nacional fueron citados a declarar y posteriormente 9 de ellos procesados sin prisión, tras el bochornoso espectáculo que protagonizaron en el último partido, cuando los incidentes terminaron en una pelea abierta a trompadas y patadas.
La denuncia fue presentada por el Ministerio del Interior, que elevó el caso a la Justicia, en tanto que el Ministerio de Turismo y Deporte apoyó dicha decisión y reclamó a los dirigentes de los clubes que “den una señal” y sancionen a los involucrados.
“Tal vez sea más difícil controlar a los barras pero no puede ser que no puedan controlar a sus jugadores. Necesitamos que den alguna señal, que haya una sanción para los que participaron de los incidentes”, señaló el ministro interino de Turismo y Deporte, Antonio Carámbula, en tanto que en el mismo sentido se expresó la ministra Liliam Kechichián en su cuenta de Twitter.
Por su parte, el fiscal Gustavo Zubía pidió el procesamiento con prisión de ocho jugadores (4 de Nacional y 4 de Peñarol) por riña, y de otros tres sin prisión. En algunos casos también pidió que se aplique la medida cautelar de prohibición a concurrir a eventos deportivos por un período mínimo de seis meses, extremo que la jueza actuante aplicó por dos meses a nueve de ellos.
Independientemente de la decisión tomada por la Justicia, es evidente que se trata de hechos totalmente reprobables, que mucho daño le hacen a la imagen del fútbol uruguayo y que constituyen hechos de violencia desarrollados ante miles de espectadores de toda edad que estaban viendo el partido en el propio estadio como desde sus hogares a través de la trasmisión televisiva.
La violencia en el fútbol es más habitual en las tribunas --en algunos casos con pérdidas de vidas humanas-- que en la cancha; no obstante, no deberían dejarse pasar por alto situaciones como las que en las últimas horas han ocupado los titulares. Lejos del fair play, los que empezaron a desparramar trompadas y los que supuestamente entraron a separar y terminaron pegando compartieron en las últimas horas la detención y el lugar para prestar declaraciones y en el futuro seguramente seguirán compartiendo una cancha. Quizá, en un tiempo los desmanes de este partido sea sólo una anécdota para miles de personas. Sin embargo, son cosas que afectan y hacen mella al buen fútbol. Porque cada vez que la cancha se convierte en ring, el que pierde es el deporte.
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