Paysandú, Miércoles 29 de Enero de 2014
Opinion | 24 Ene Barrer para abajo de la alfombra, los trapos sucios se lavan en casa. Si no se ve, no existe. Cosas por estilo. Es lo que piensa el director nacional de Deporte, Ernesto Irurueta, quien ahora quiere prohibir la difusión en directo y en los medios de comunicación televisivos y escritos, imágenes de peleas en espectáculos deportivos para evitar el “efecto contagio”.
Esto es, Irurueta sostiene que si bien les cabe culpa a los futbolistas por agarrarse a las piñas en pleno Centenario y en pleno partido, los medios de comunicación “generan un clima perjudicial”, por lo que “se debe prohibir la difusión de las imágenes de la pelea”.
Y al borde de la locura fascista afirmó: “La población no debe ver esas imágenes (…) Los niños, los jóvenes, ven a sus ídolos peleándose y no se toma ese ejemplo como algo negativo. Eso después termina siendo alentado”.
Si Irurueta se lanza a la tarea de censurar lo que los medios de prensa pueden exhibir, entonces no solamente algo huele mal en Dinamarca. Está podrido.
Esto es, desde la óptica del Director Nacional de Deporte --y, es de suponer, del Ministerio de Turismo y Deporte-- no hay nada mejor como no difundir una noticia para que el hecho no haya ocurrido. Al parecer no le importa que los jugadores profesionales de los dos principales equipos del país se agarren a trompada limpia en medio del partido. Lo que es malo es que se haya difundido el hecho.
En lugar de pensar en una legislación seria y contundente, que castigue de manera ejemplar a los futbolistas involucrados y a los clubes en que militan, que es lo que se hizo en Inglaterra --por ejemplo-- para terminar con los hooligans, alcanza con que nadie se entere. Si no se difunde, todo seguirá siendo deportivo y galante.
Menos mal que está Irurueta para decir qué es lo bueno, lo malo y lo feo (como la película de Sergio Leone) para los habitantes de Uruguay. Según su óptica opresora, podríamos suponer que el negociado de Pluna por ejemplo no es un problema, lo que está mal es que el pueblo se entere. Y no es casualidad que pongamos este ejemplo; es porque si algo pasó es consecuencia directa de que la prensa hizo su trabajo y mostró lo que el poder, una vez más, quiso ocultar; donde una foto “prohibida” (“la prensa no”, ordenó el exministro Lorenzo cuando el fotógrafo de El Observador tomó la instantánea), dejó en evidencia una maniobra que terminó costándole muy cara al país.
Pero la verdad es que con autoridades de este tipo, el fútbol volverá a repetir una y otra vez hechos de violencia como el vivido y peores. Porque nadie quiere tomar medidas contra los reales culpables. Y como Obdulio Varela se ponen la pelota bajo el brazo para que transcurra el tiempo. Fea actitud.
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