Paysandú, Miércoles 29 de Enero de 2014
Opinion | 27 Ene La constante vandalización de los paseos públicos y su registro repetido en las redes sociales, muestran una realidad que atraviesa a cualquier administración municipal.
Algunas muestras de esto se recogen en las plazas de la ciudad y en la zona del Balneario Municipal. Retirar la madera de la rampa para discapacitados o los asientos para fogonear un buen asado es materia corriente y ni que hablar de la disposición final de los residuos.
Aunque se ubiquen los recipientes respectivos, es común observar que el área de arena o el paseo por la Avenida de los Iracundos ha sufrido la presencia humana. Botellas y vasos plásticos, pañales y bolsas de nailon es el paisaje que reafirma de manera insoslayable que aunque cambien las administraciones y sus visiones políticas, no podrán combatir un flagelo instalado en nuestra cultura.
Y por más que se escuchen las experiencias vividas en otros países del mundo, nuestra realidad aquí y ahora, indica que la desprolijidad, suciedad y descuido forman parte de la convivencia. El otro no importa y no importa quién es ese otro. Cada cual deja su impronta y se manifestará rompiendo bancos, mesas y barandas o vandalizando elementos sanitarios que obstruyen el normal funcionamiento de un servicio esencial.
Después vendrán las críticas a las autoridades de turno y lo que debería hacer tal o cual. Pero el “mientras tanto”, ese lapso de tiempo tan difícil de definir, se deberá transitar en medio de una infinidad de críticas y escasas soluciones.
Ocurre que la creatividad puede fluir; sin embargo, será difícil de aterrizar en un territorio plagado por la costumbre de “hacer las cosas así, porque así siempre se hicieron” o –peor aún-- utilizar un problema social para promocionar la crítica política.
A pesar de que sobran los ¿por qué? o ¿para qué? se destroza un bien colectivo, obstan también los cuestionamientos y soluciones con aires de varita mágica que se manifiestan desde otras veredas.
A todos les ha tocado experimentar el declive social y tratar de buscar una explicación sesuda. Hasta ahora las razones esgrimidas acerca de estos comportamientos son las mismas. Tampoco hemos sido creativos en eso.
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