Paysandú, Domingo 02 de Febrero de 2014

Los correctivos que han estado ausentes

Opinion | 31 Ene Pese a que el escenario mundial ha tendido a complicarse el año anterior, sobre todo para los países emergentes que dependen de la colocación de commodities, igualmente durante el 2013 las exportaciones uruguayas registraron un crecimiento del orden del cinco por ciento, lo que a primera vista aparece como un indicativo de que el panorama no se ha deteriorado en el grado que se temía.
Y esto es un dato de importancia, si se tiene en cuenta que por lo menos países como China, entre otros, siguen receptivos a nuestros productos, y genera cierta expectativa de que se gane tiempo en este escenario a la espera de que se recupere la demanda en el mundo desarrollado, sobre todo en la Unión Europea, donde todavía hay economías en serias dificultades. Pero debe tenerse presente que el crecimiento uruguayo se debió principalmente a la mayor colocación de productos primarios.
Según da cuenta El Observador, un informe de la gremial del sector pone de relieve que los bienes manufacturados de exportación registraron un segundo año de magro crecimiento, con una variación del dos por ciento en dólares corrientes, de acuerdo a lo que da cuenta el informe de comercio exterior elaborado por la dirección de estudios económicos de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU).
Se desprende de estos datos que las exportaciones de bienes primarios aumentaron su participación en la canasta exportadora durante el último año, pasando de un 36,5 a un 39 por ciento, debido a una tasa de crecimiento que registraron el último año --del 12 por ciento-- que estuvo muy por encima del resto de los productos colocados en el exterior.
Tanto las exportaciones de manufacturas de origen agrícola como las de origen industrial registraron una tasa de crecimiento anual del dos por ciento, ambas perdiendo peso sobre el conjunto de las ventas fuera de fronteras, y sobre todo han perdido peso las manufacturas de origen agrícola, cuya participación pasó de 41,8 por ciento en 2012 al 40,6 por ciento durante el último año.
Se trata del grupo de mayor peso dentro de las exportaciones uruguayas, y aunque consiste en aquellos bienes que tienen un importante componente de productos primarios, al menos se agrega valor dentro de la cadena industrial.
Los bienes manufacturados tienen problemas para el ingreso a países vecinos por falta de precios competitivos, que es precisamente el eje de las dificultades de los productos nacionales con valor agregado, sobre todo en el caso de aquellos de contenido tecnológico medio y alto, que fueron los que registraron la mayor caída respecto al año pasado.
Hay explicaciones valederas para que se dé esta relación, y refiere a que los productos que tienen menos dificultades para competir son aquellos en los que el Uruguay tiene ventajas comparativas para producir, es decir producciones primarias de origen agropecuario, pero la cosa cambia cuando se debe incorporar tecnología y mano de obra dentro de fronteras.
Así, debe compartirse plenamente la evaluación de la economista de la Unión de Exportadores del Uruguay, María Luisa Rodríguez, cuando sostiene que “Uruguay está quedando como una isla cara”, y agrega que nuestro país debe adoptar medidas para adecuar el tipo de cambio a los de las naciones vecinas.
“Nos estamos quedando como una isla cara en medio de países que se están abaratando” destacó, para acotar que cambiar este escenario depende de “temas tarifarios, de controlar más la inflación y de un aumento del tipo de cambio diferencial por encima de los aumentos que se están registrando en otros países”, a la vez de recordar que el comercio con Argentina es deficitario.
Pero el problema estriba en que entre los parámetros a que se refiere la economista para abaratar el país hay algunos que son claramente contradictorios, como es subir el dólar y mantener a raya a la inflación, teniendo en cuenta que ya tenemos una inflación alta y que el tipo de cambio, con un dólar depreciado, es utilizado como “ancla” para mantener el aumento de precios dentro de determinados límites. Es decir que sería impensable para empresarios que tienen alta presión tributaria y tarifas y elevados costos salariales medidos en dólares.
Ello da la pauta de que no hay respuestas inmediatas para un proceso de encarecimiento que lleva ya varios años, porque significa adoptar medidas traumáticas en muchos casos, tanto por sus efectos inmediatos como por las expectativas negativas que se generen, y la necesidad de que se reduzca el gasto público nada menos que en un año electoral.
Por lo tanto seguramente en 2014 va a ser muy difícil cambiar la pisada, salvo que se haga algún “maquillaje” de ocasión, porque las respuestas que se necesitan no van a ser simpáticas, y tendrán su costo social, aunque éste será menor cuanto antes se adopten.


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