Opinion | 05 Feb Los presidentes del Mercosur no pudieron ponerse de acuerdo para fijar una fecha de reunión con el objetivo de analizar la marcha del acuerdo regional, cuando los mandatarios José Mujica, Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff y Nicolás Maduro mantuvieron la semana pasada varias reuniones bilaterales en Cuba al participar en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), además de encontrarse en las sesiones y en recepciones oficiales.
Durante esta instancia, sin embargo, hubo encuentros bilaterales en los que Mujica se reunió por separado con Fernández y con Rousseff --también ambas tuvieron su reunión privada-- para discutir aspectos regionales pero no pudieron fijar la fecha para reunirse los cuatro presidentes.
La próxima cumbre del bloque precisamente implicará el regreso de Paraguay al grupo, incluso asumiendo la presidencia pro tempore que hoy tiene Venezuela. La nación guaraní había sido suspendida del Mercosur por decisión de los presidentes de Uruguay, Argentina y Brasil, en una decisión que Mujica calificó como de política por sobre lo jurídico.
El canciller Luis Almagro reconoció este lunes en la reunión del gabinete que los presidentes no pudieron acordar la fecha para reunir a la cumbre del Mercosur, que ya tuvo varios aplazamientos, porque primero iba a ser en diciembre, luego el 17 de enero y después pegada a la cumbre de la Celac para aprovechar que los presidentes estarían en Cuba y les resultaría más fácil llegar a Caracas, pero este intento se frustró ante el pantano en que se encuentra inmerso el Mercosur. Mientras el Mercosur sufre esta trabazón, por lo menos desde hace quince años, está en proceso la negociación, con interrupciones, para concretar un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, pero los avances registrados han sido muy lentos, por reparos que han opuesto alternativamente las partes, defendiendo los intereses de sus integrantes pero a la vez obstaculizando un acuerdo entre bloques como se ha dado en otras regiones del mundo. Sin dudas la problemática Argentina aparece hoy como el principal escollo para superar las diferencias con vistas a concretar este acuerdo y todo indica que la calidad de su propuesta será determinante para que la UE defina su estrategia y ponga su oferta sobre la mesa.
Sin embargo para la UE una cosa es que el Mercosur haga una oferta conjunta y otra que Argentina quede por fuera de algunos grupos que son considerados “relevantes” por la UE, como los capítulos de bienes, servicios o compras públicas. El punto es que ante estas diferencias y el escenario argentino el Mercosur aún no pudo cerrar una oferta única, y no hay certezas sobre cómo sería la propuesta del Mercosur, porque sus presidentes ni siquiera se ponen de acuerdo para reunirse.
Brasil, desde las resistencias iniciales por defender sus intereses y aplicar los máximos aranceles externos posibles --de forma de vender en la región sus productos-- ha pasado a ser principal impulsor del acuerdo entre bloques, en tanto Mujica ha reafirmado su decisión de “subirse al estribo” de la nación norteña.
Según voceros de la UE, la eurozona tiene su oferta lista, pero apunta a que se tenga una postura única en el Mercosur, incluyendo a la Argentina, por más que en Uruguay, Brasil y Paraguay prima la idea de concretar un acuerdo “a dos velocidades” con la UE, con una primera etapa sin la participación de la complicada y problemática Argentina.
Es que el vecino país se ha “encerrado” y lleva adelante políticas proteccionistas, tanto en lo que refiere a la exportación como a la importación y apunta a sustituir mercaderías de importación mediante procedimientos y mecanismos retorcidos, lo que también ha contribuido a deteriorar el acuerdo regional.
Todo indica que si realmente se quiere seguir adelante con la negociación entre los dos bloques, ésta debe llevarse adelante entre quienes quieren realmente acordar y abrir sus economías con beneficios mutuos, sin proteccionismos trasnochados, por lo que hasta que no se demuestre lo contrario, el acuerdo de dos velocidades parece ser la opción menos mala en este dilatado proceso UE-Mercosur, sin olvidar los condicionamientos que significan los serios problemas internos de nuestro bloque regional.