Paysandú, Jueves 06 de Febrero de 2014
Opinion | 31 Ene Por estos días Paysandú recuerda una vez más el fallecimiento de uno de sus dilectos hijos, de Eduardo Franco Zannier, compositor y voz líder de Los Iracundos. Franco, quien si viviera tendría 67 años es considerado la esencia del grupo musical. Compuso cientos de canciones (más de 400), muchas de ellas grabadas por el sexteto que por Europa y --especialmente-- América paseó durante años su fama bien ganada.
En realidad, el fallecimiento de Eduardo Franco, del que se cumple mañana un cuarto de siglo, lleva a Los Iracundos, porque si bien él tuvo ofertas concretas para iniciar una carrera como solista, siempre se mantuvo dentro del grupo y fue éste el que se llenó de fama, gloria y en cierta forma, dinero.
Estos seis sanduceros, a quienes la fama los sorprendió aún muy jóvenes a mediados de los años sesenta, aprovecharon una oportunidad única, y con melodías básicas y una lírica profundamente inspirada en el amor, ocuparon un significativo lugar en la música latina.
No obstante, mantuvieron durante años su residencia en Paysandú, su ciudad. La fama no los hizo soñar con vivir en Buenos Aires, por ejemplo, sino que siguieron recorriendo las calles de su ciudad.
Su figura entonces, se hizo cotidiana. Eran los que iban al almacén, a la plaza, a la cancha. No eran estrellas de la música tal como hoy se las entiende; eran más bien los vecinos que aparecían de tanto en tanto en la tele, o se leía de ellos en el diario.
Quizás fue esa la razón por la que, en vida del grupo (y de Eduardo Franco), Los Iracundos no eran realmente famosos en su propia tierra. Lo eran en otros países; pero no del mismo modo en Paysandú. Lo cotidiano es enemigo de la fama. Eran los mismos que andaban por la calle, ¿cómo podían ser famosos?
Pero lo eran. Vaya si lo eran. Y lo son. Vaya si lo son. Tanto que por doquier han aparecido grupos carbónicos, que se hacen llamar Los Iracundos pero que nada de genuino tienen. Excepto aquellos que integran los dos integrantes originales sobrevivientes, Juan Carlos Velázquez y Leonardo Franco.
Y tras el fallecimiento de Eduardo Franco, aquí en Paysandú comenzó a crecer la fama del grupo. Hoy el teatro de verano lleva el nombre de Eduardo Franco; y la avenida costanera el de Los Iracundos. Y en avenida España está el busto a Eduardo.
Hoy Paysandú respira orgullosamente al impulso de Los Iracundos. Porque ahora sí ha quedado demostrado el valor y la importancia de este grupo en la música latina. Porque aún se recuerda la última actuación de Eduardo con sus Iracundos en abril de 1988 aquí en solar sanducero. Ahora sí, el alma de los Iracundos está entre nosotros. Por siempre.
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