Opinion | 08 Feb Sin dudas que el factor de incertidumbre respecto a la situación argentina es un elemento presente desde hace tiempo en los análisis del empresariado uruguayo y el gobierno, y mucho más a partir del acentuado deterioro de la situación económico financiera en la vecina orilla, que ha derivado en principio en una maxidevaluación que hace temer que de ahora en más los hechos se precipiten ante la inviabilidad del “modelo” kirchnerista.
Ante un panorama complejo, los industriales uruguayos resolvieron solicitar una reunión con el nuevo ministro de Economía y Finanzas, Mario Bergara, según informó a El País el vicepresidente de la Cámara de Industrias (CIU), Gabriel Murara, tras el primer encuentro del año del Consejo Directivo de la gremial industrial.
Para este encuentro la cámara empresarial prepara un informe que será trasladado a la cúpula del Ministerio de Economía (MEF) conteniendo un punteo de los problemas que enfrenta la industria local, pero fundamentalmente sobre la base de los problemas en Argentina y la situación general “donde el tema de la competitividad está cada vez más complicado”.
Otro de los integrantes del Consejo Directivo de la CIU, Andrés Fostik, indicó al respecto que “perdemos competitividad, se nos caen los números, la producción, las exportaciones, hay dificultades para cobrar. Hay temas para hablar. Lo más peligroso que tenemos entre manos es la situación de Argentina; el problema que tenemos es que ellos no saben qué van a hacer”.
Debe tenerse presente además que la semana anterior, las autoridades monetarias argentinas adoptaron una nueva medida que complicará aún más la situación de algunos importadores de su país.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) solo autoriza un 10% del volumen diario de compras de importadores y pagos al exterior que permitía en enero. Por este motivo, las empresas deberían financiar sus importaciones con dólares propios, créditos internacionales o dinero aportado desde sus casas matrices en el exterior.
A juicio del vicepresidente de la CIU, habrá muchas empresas que no podrán afrontar la nueva decisión del gobierno argentino, y evaluó que “lo podrán hacer algunas multinacionales porque girarán divisas desde otros países; pero va a complicar a las empresas chicas y medianas. “Cada vez Argentina va poniendo más candados”, dijo.
Por su lado la directiva de la Unión de Exportadores (UEU) también resolvió en los últimos días solicitar entrevistas con representantes del MEF y del Ministerio de Industria además del presidente del Banco Central Alberto Graña.
En sectores exportadores e industriales se aguarda el resultado que pueda arrojar la negociación que acordaron mantener la semana pasada el presidente José Mujica con su par argentina Cristina Fernández, pero poco se ha podido saber del encuentro, ya que ambos adoptaron una especie de pacto de silencio sobre el particular.
Naturalmente, teniendo en cuenta los antecedentes, en el empresariado uruguayo hay marcado --y fundado-- escepticismo sobre lo que pueda surgir en concreto en soluciones o alternativas que el gobierno “K” asuma para dejar atrás el complicado relacionamiento comercial con Uruguay. “Argentina no va a cambiar por nosotros, ni va a hacer una política especial para Uruguay”, indicó una fuente empresarial, si además se tiene en cuenta que a la relación comercial se le suma la prohibición dispuesta por autoridades argentinas para que buques de su país puedan realizar transbordos en puertos uruguayos, decisión que produjo una fuerte baja en los tránsitos marítimos en la terminal montevideana en el último trimestre.
Por otro lado, los números son contundentes respecto al escenario en el mercado exportador uruguayo, si se tiene en cuenta que dentro de una caída general de las exportaciones en enero de este año de 11,3%, las colocaciones de productos en Argentina repitieron malos rendimientos de 2013 con un descenso de 24,4% en ese mes. Es notorio que Uruguay, más allá de problemas coyunturales por la política errática y proteccionista de la Argentina, presenta signos de una persistente caída en su competitividad, mayor aún con la región que con el resto del mundo. Es que somos caros en dólares, en tanto la inflación no cede y el tipo de cambio, pese a la influencia argentina, no puede acompasarse a los requerimientos de los exportadores por su arrastre sobre la inflación, ya fuera de rango, lo que indica que el margen de maniobra es muy acotado para revertir este panorama en un plazo más o menos inmediato.