Paysandú, Domingo 09 de Febrero de 2014
Opinion | 07 Feb El hecho de que Uruguay haya definido como tema prioritario en su relación bilateral con Argentina concretar el dragado del río Uruguay no solamente es reconocer que la hidrovía tiene todo para crecer, en la medida que es imprescindible descomprimir la carga pesada por las rutas nacionales y los caminos de conexión. Es también comprender que todo el dinero ya invertido en los trabajos previos de consultoría y en las innumerables reuniones realizadas tanto en Argentina como en Uruguay debe dar sus frutos. Y al mismo tiempo es dar atención a los reclamos de los gobernantes locales que ven como sus comunidades miran pasar el río sin poder sacarle verdadero provecho y sin poder gozar de los beneficios que su explotación como medio de transporte puede dar.
El dragado del Uruguay es prácticamente un reclamo constante desde los gobiernos locales, que ya no solamente piden que se mantenga el calado sino que se profundice aún más. Y precisamente lo que el ministro de Relaciones Exteriores, el sanducero --nacido en Cerro Chato-- Luis Almagro confirmó es que CARU tiene que llevar adelante los dos dragados, y que hacerlo es prioritario para el país.
Si bien es cierto que queda aún discutir con Argentina este punto, en esa agenda bilateral encargada por los presidentes de ambas naciones en su reciente reunión en Cuba, es claro que resulta a esta altura difícil que Argentina no concuerde con esa prioridad.
Lo que todavía sigue discutiéndose es si se opta por un llamado a licitación internacional, que el propio Almagro definió como un proceso “eterno” de largos dos años, o porque los dos países, a través de sus organismos especializados, se encarguen del trabajo, que ya tiene antecedentes, no solo en los pasos del Uruguay sino también en el canal clave de Martín García, en el Río de la Plata.
Al ministro Almagro se lo vio decidido. “Dragar a la mayor profundidad posible hasta Paysandú” fue contundente. Queda aún la negociación con Argentina, pero los intendentes de ese lado de la costa se muestran también más que interesados en que su país tome como prioridad el dragado del Uruguay.
Y esencialmente queda pedirle a la CARU diligencia en su trabajo. Si “los de arriba” quieren el dragado, es responsabilidad de la CARU iniciarlo cuanto antes, quitando las trabas jurisdiccionales que haya que quitar. Seguramente ambas delegaciones así lo piensan.
Por tanto, hay que pasar de la voluntad a los hechos. Y las comunidades ribereñas piden que se haga con urgencia. Que los gobiernos reafirmen su decisión, que la CARU defina la ejecución y que las dragas mantengan y profundicen los pasos. La voluntad es imprescindible. Pero dado el tiempo que ha pasado, ejecutar esa voluntad lo es más.
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