Paysandú, Lunes 10 de Febrero de 2014
Locales | 09 Feb Hay hechos que a veces resultan incómodos y hasta penosos publicar, pero es necesario hacerlo para intentar que ciertas cosas funcionen como deben funcionar y no según el criterio y la desidia de los responsables de turno.
La madre de quien suscribe falleció el pasado domingo 2 de febrero. Su velatorio sería efectuado en la Sala Velatoria Municipal y fue trasladada al lugar bajo la lluvia constante. Uno de los empleados que la trasladó nos advirtió (a los familiares) que la sala se llovía “como afuera” y nadie hacía nada al respecto. Al preguntársele qué debíamos hacer si el agua caía sobre el féretro, respondió: “córranlo un poquito”. Una respuesta lógica y deslindada de responsabilidades. Luego se fue.
En un rincón habían colocado previamente un par de baldes y unas hojas de diario, como una solución mágica al problema. La lluvia se intensificó y pasamos casi toda la noche del domingo, madrugada y mañana del lunes sacando el agua a baldes, aún a riesgo de un desastre mayor, pues el agua caía sobre un tramo del cableado, como lo documentan las fotos que tenemos en nuestro poder. No teníamos a quién acudir en caso de un cortocircuito, un apagón u otro percance. Quedamos solos, con los baldes y la impotencia propia del caso. Fuimos expuestos a una situación denigrante, tratados como ciudadanos de segunda, que seguramente pasaremos a ser VIP cuando lo requiera la necesidad de captar votos.
No hubo consideración a quien se encuentra ahí por las circunstancias de lo irreversible y no por paseo o esparcimiento. Por supuesto, mi madre no experimentó nada de eso. Se halla en otra dimensión, fuera del alcance de tanta miseria.
El lunes por la mañana fuimos a la oficina contigua a la sala velatoria para saber a quién teníamos que reclamar por el estado deplorable de la misma. Una funcionaria nos extendió un libro de quejas. Patética y ridícula actitud, con subestimación de la inteligencia ajena incluida, típica del adoctrinamiento de la burocracia. Insistimos, y nos informó que el asunto estaba dentro de la injerencia del señor Emilio Roque Pérez al que, luego de lo acontecido, me resultaría harto difícil otorgarle tan honorable tratamiento. Entonces, frente a todo esto, surgen las preguntas. ¿Tal vez Pérez, director General de Servicios, está donde está gozando de un abultado sueldo como premio a la ineficiencia, incompetencia, indiferencia y las “encias” que puedan adjudicársele? (No quiero suponer indecencia).
¿Tal vez quien o quienes están por encima de Pérez temen que la Intendencia de Paysandú se desfinancie por la colocación de un par de humildes chapas en un lugar donde se despide para siempre a los seres queridos, mientras se ostenta la fastuosidad de la pobreza, como por ejemplo semanas de la cerveza con pérdidas millonarias y elecciones de reinas a un costo de decenas de miles de dólares? Pan y circo en la comarca. Tal vez esta solicitada sirva de algo, tal vez caiga en saco roto. Vaya uno a saber...
Solo me asiste lo irrefutable de los hechos y la certeza de que si “Paysandú avanza”, como pregona el eslógan oficial, lo sigue haciendo de esa manera y de la mano de esos conductores. Jamás tomaré parte de ese avance.
Iván Daniel Sánchez Medina. Orejano, por más datos. C.I. 3.108.942-5
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